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El aumento cero del IPC en mayo aleja el temor de los mercados a un desbordamiento de la inflación este año

El índice de Precios de Consumo (IPC) registró en mayo de 1995 un crecimiento cero, según el Instituto Nacional de Estadística. Con esta cifra, mejor que las expectativas oficiales, la inflación en tasa anual se reduce una décima y queda en el 5,1% (el redondeo impidió que bajara al 5); la inflación acumulada en los cinco primeros meses se mantiene en el 2,7% y la tasa de inflación subyacente no varía (5,1%). El IPC de mayo, aunque mantiene una inflación elevada, disipa el temor de inversores y agentes económicos sobre un rápido deterioro de la inflación. Pedro Solbes calificó la cifra de "excelente" e insistió en que los tipos de interés pueden bajar en el segundo semestre si cae la inflación y se cumple el objetivo de déficit.

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El crecimiento cero del IPC de mayo es el resultado de una dura pugna entre la presión alcista de los precios industriales (IPRI), que subieron dos décimas y alcanzaron el 4%, y el empuje a la baja de los precios de los servicios (sin alquileres), que bajaron otras dos décimas -se situaron en el 5,5%- y neutralizaron el IPRI. En este equilibrio, intervino el factor más errático de la inflación, los precios de los alimentos, esta vez a favor. El IPC de alimentación cayó (-0,5%) y el de los alimentos frescos se hundió (1,7%) para lograr el índice más favorable en el mes de mayo desde 1990.La composición interna del IPC de mayo muestra las mismas tendencias que en meses anteriores, aunque considerablemente atenuadas. Los precios industriales se han convertido en un factor claramente inflacionista, mientras que los servicios, al contrario de como se proyectaron en la fase recesiva, reducen la inflación. En mayo, además, los productos energéticos bajaron el 0,1% y los carburantes y combustibles cayeron el 0,2%

Los alimentos frescos son la clave que explica la inflación cero en mayo. En general, los alimentos experimentaron descensos muy fuertes el mes pasado: el precio de las patatas cayó el 10,3%; el de la carne de ave descendió el 4,9%; el del pescado fresco y congelado disminuyó el 4,7%, los huevos el 1,4%... En el apartado vivienda, el único descenso registrado está en el epígrafe calefacción, alumbrado y distribución de agua (-0,5%).

En cuanto a la distribución geográfica, el IPC descendió en un total de diez provincias. Donde más bajaron los precios fue en Cádiz (-0,4%), Granada (-0,3%) y Almería, Cuenca, Murcia, Huelva, Málaga, Segovia y Valencia (-0,2%). Por contra, donde más subieron fue en Lugo, Melilla y Teruel (0,5%), Cáceres, León y Palencia (0,4%). En catorce provincias el IPC experimentó un aumento nulo.

Bajo control

Aunque la tasa de inflación se mantiene en un nivel muy elevado (5,1%) después del IPC de mayo, las expectativas han cambiado. El cero aleja las hipótesis más catastrofistas, que situaban la tasa anual de inflación en el 6% al finalizar el año; y, en todo caso, disipa los temores de que la economía española entrase en una fase de inflación descontrolada, por encima del 5%. Ahora es factible descontar un crecimiento de los precios en 1995 por debajo del 5%.

El cálculo de Economía, reforzado de forma notable por la cifra conocida ayer, supone que en junio y en julio se mantendrá la tasa anual de inflación en torno al 5%. Pero en agosto el IPC deberá recoger un descenso de 3 décimas, precisamente el impacto de las tarifas telefónicas contabilizada en el IPC del año pasado que en este ejercicio no se producirá. En 1996, el índice de Precios descenderá otro escalón, el que subió este año por los aumentos del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y devaluaciones. "Los factores inflacionistas transitorios, de los que el IPC se desprenderá en 1996, suman más de un punto", aseguran en Economía.

Los precios de mayo han demostrado también que existía un cierto margen de maniobra en los precios de los alimentos, que, finalmente, han descendido de forma notable (medio punto). Queda todavía un factor antiinflacionista detectado muy recientemente: los precios internacionales de las materias primas, que en los últimos meses tenían aumentos espectaculares, han cambiado de tendencia (salvo algodón y azúcar). Es muy probable que en el plazo de dos meses, el efecto descenso se traslade al Indice de Precios Industriales y de ahí al IPC.

La incógnita -y el temor- sigue siendo si los efectos coyunturales de aumento de la inflación (subidas de impuestos, devaluaciones) se trasladarán a la inflación estructural, a través de peticiones salariales. Todavía existe el riesgo de que eso ocurra, a pesar de que el equipo de Pedro Solbes ha observado que la reciente subida de tipos de interés (0,7 puntos) decidida por el Banco de España ha sido "bien interpretada", como demostración de que no se permitirán espirales inflacionistas.

Subida aplazada

Los analistas económicos que operan en los mercados interpretan que el Banco de España, tras el IPC de mayo, puede espaciar la subida de tipos, -por causa de la inflación- y aplazar cualquier decisión durante, al menos, dos meses, contando con que en septiembre se producirá el descenso esperado. Salvo en el caso de que en junio o julio el IPC se desbordara hasta el 5,5%, por ejemplo, algo muy poco probable. Ayer, el ministro de Economía, Pedro Solbes, insistió en que "los tipos pueden bajar" en la segunda parte del año "si se confirma la reducción de la inflación y el cumplimiento a rajatabla del déficit público".

Solbes calificó el IPC de mayo de "excelente", aunque rápidamente aseguró que "no hay que echar las campanas al vuelo, porque hay que seguir manteniendo la lucha contra la inflación, que está muy alta".

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