La enseñanza del habla, una lucha contra los vicios adquiridos en la familia y el barrio
David tiene cinco años. Es la hora de comer y pide aljafochas. "Toma tus aljafochas", repite la madre, tan contenta porque su niño ha inventado una palabra muy graciosa. La destreza de David con el lenguaje no se queda en eso. A su papá le encanta oírle decir "clopetas" por "croquetas", "hepitótamo" por "hipopótarno", "cuardo" por cuadro, o "ya no te quiedo ".¿No me quiedes?", contesta el papá con una risotada. "Los niños llegan al colegio con muchos vicios en el habla, y, en la mayoría de los casos, la responsabilidad es de los padres que les estimulan a hablar mal porque les hace gracia", protesta Carmen Capó, profesora de primaria en el CP Canigó de Sant Just Desvern, Barcelona, y una de los galardonados en el concurso Santillana 95 sobre Experiencias escolares: hablar. La expresión en el aula.La entrega de premios se celebró el pasado jueves en un hotel madrileño. El primero fue para Mario Aller Vázquez, profesor de EGB en el colegio público Milladoiro de Malpica de Bergantiños, La Coruña, por su trabajo Cuentos a la carta. "Recibo a menudo opiniones y quejas sobre que en los últimos 50 años la expresión escrita de nuestro pueblo es bastante deficiente, y la oral no menos", dijo Alberto Blecua, catedrático de literatura en la Universidad de Barcelona y presidente del jurado en la entrega de premios.
Mayores y malhablados
La cuestión de los defectos en la expresión oral está a la orden del día. Se quejan los profesores, se quejan los padres y se lamentan los docentes de Universidad que reciben en sus aulas a muchos estudiantes ya mayorcitos soltando una jerga que altera la pureza de los oídos expertos. "Mi interés en esta experiencia", dice Aller, "era ayudar a los niños a utilizar la lengua castellana a través de los juegos y del cuento para que ellos hicieran un relato oral en el aula. Lo que aprendan hoy servirá para siempre".Los profesores afirman que es más difícil enseñar a los escolares a hablar que a escribir, y que hay que tomar el toro por los cuernos desde la más tierna infancia, "porque, si no lo atajas a tiempo, se envician con el error y luego es imposible corregirlo", señala otra de las galardonadas con el Santillana 95, María Odilia Baldonedo, de educación infantil en el Ramón de Campoamor, de Navia (Asturias). "Les enseño a hacer ejercicios respiratorios", cuenta, "y luego a emitir sonidos y palabras correctas. También celebramos reuniones con los padres", añade Baldonedo.
Porque los vicios de expresión de los padres, el entorno de los barrios y el medio social juegan un papel muy importante: "Depende de unas zonas u otras, se habla mejor o peor, y eso hay que corregirlo, porque, si no hablan bien, tampoco escribirán correctamente cuando vayan subiendo en el sistema escolar", afirma Odilia Baldonedo, convencida de que en los últimos años se está descuidando el léxico, "y la televisión tiene una gran responsabilidad". Que los niños hablen delante de sus compañeros y todo el grupo intervenga en la correción de las faltas es uno de los sistemas que aplican en clase estos galardonados, "enseñándoles también a que respeten el turno de palabra", dice Carmen Capó.
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