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Clinton estrena su derecho de veto para evitar a drástica reducción del gasto público

Antonio Caño

Bill Clinton hizo ayer por primera vez durante su presidencia uso de su derecho de veto para impedir la entrada en vigor de una ley aprobada por el Congreso, de mayoría republicana, que pretende la reducción en 16.400 millones de dólares (dos billones de pesetas) del gasto público para el presente año fiscal. Con esta decisión se alcanza el climax en el enfrentamiento entre la Casa Blanca y el Capitolio y parece indicar el tono de la actividad política en Washington en los meses venideros.El presidente escogió para imponer su veto una ceremonia prevista en defensa de un programa gubernamental para la lucha contra las drogas en las escuelas. Si la ley fuese aplicada, el programa sería reducido en un 50%. Ése fue el ejemplo utilizado por el portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry, para sostener que la propuesta republicana daña a los pobres y a los marginados para proteger a los ricos y a los grupos con intereses en el Congreso.

Los principales líderes republicanos del Parlamento, Newt Gingrich, presidente de la Cámara de Representantes, y Bob Dole, jefe de la mayoría en el Senado, hicieron una última exhortación al presidente a que firmase la ley como primer paso de una política para reducir el déficit público: "Señor presidente, firmando esta ley, que incluye 9.000 millones de dólares de ahorros reales, enviaríamos un fuerte mensaje de que es usted serio en la reducción del gasto".

La ley, que fue aprobada por ambas cámaras el pasado mes de mayo con amplia mayoría, incluye reducciones de presupuestos en programas a los que se opone el presidente, como los de formación profesional, empleo de verano para los jóvenes y algunas iniciativas gubernamentales de defensa de la ecología.Bill Clinton presentó en su día una iniciativa alternativa de reducción de gastos en construcción de autopistas, viajes de autoridades y otros menores. Esa propuesta, que fue rechazada por los republicanos, incluía la compensación de los gastos con la aplicación de un nuevo impuesto para las personas de mayor nivel de ingresos.

Con su veto de ayer, sin embargo, el presidente no sólo está paralizando los recortes propuestos por los republicanos sino otros programas que él mismo defiende, pero que, al estar incluidos en la misma ley, se ven también afectados por la medida. El más polémico de todos ellos es el de las ayudas para los afectados por el atentado de Oklahoma.

Los dirigentes republicanos confiaron en que Clinton no se atrevería a imponer un veto que paralizaría una inicitiva tan popular como la de la ayuda a las víctimas de aquella tragedia. Pero, con el país ya casi metido en campaña electoral, el presidente ha optado por ofrecer una imagen de firmeza y bloquear esta propuesta republicana.

El uso del veto fue muy frecuente durante las últimas presidencias de George Bush y Ronald Reagan. Pero Clinton, que llegó a la Casa Blanca con la promesa de recuperar la gobernabilidad en Washington, se había resistido hasta ahora a usar ese derecho.

El presidente y los líderes del Congreso tendrán ahora que negociar para hacer la ley de recorte de gastos viable. Ambos están de acuerdo en la necesidad de esos recortes, pero difieren en los programas a reducir. En realidad, las objeciones del presidente afectan sólo a 1.400 millones de los 16.400 propuestos por los republicanos. Parece, pues, existir margen para un acuerdo, una vez que Clinton ha hecho ya el gesto de usar la pluma, para demostrar su autoridad.

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