Etiquetas y tópicos
"No me gustan las etiquetas", parece ser la frase de moda. Y ello no deja de aplicarse a la ya famosa y polémica generación
Ya 'semos' europeos
Pero un poco menos. He tenido ocasión de comprobarlo, las ventajas se quedan al otro lado de los Pirineos... ¡por si acaso!Soy profesora de historia de un instituto de Madrid, y estaba preparando para mis alumnos de tercero de BUP un trabajo que deberían realizar en el Museo del Prado del programa de la asignatura de Historia de España incluye arte español). Fui al museo un día por la tarde y un amable funcionario me explicó, con la fotocopia del BOE en la mano, que debía abonar la entrada. No importaba que hubiese ido un día laborable por la tarde, fuera de mi horario y no importaba que fuese profesora... Eso sólo puede importar en París, por ejemplo, donde con mi carnet de profesora pude entrar gratis en el Louvre y en el Musée d'Orsay. También pude visitar cualquier museo estatal francés en idénticas condiciones. Pero Francia es Europa. Y aquí, ¿en qué país estamos?, ¿alguien quiere o puede, decírmelo?
Quiero aprovechar la ocasión para felicitar a los brillantes pensadores y redactores del decreto que regula la entrada a los museos nacionales. La calidad de la enseñanza y los profesores se lo agradecemos. ¡Se sentirán orgullosos!
Me pregunto si se les ocurrirá solucionar este agravio comparativo con la misma celeridad (como poco) con que nos hicieron pagar a los españoles en los museos del Estado para igualarnos al resto de Europa.- X de Stuart Coupland. Ésta es la idea de la carta remitida por Francisco Javier García Peral (EL PAÍS, 23 de mayo de 1995). Sin embargo, al referirse a los mayores, no puede evitar caer en él tópico: ellos fueron los líderes de la revolución del 68, los hippies... La televisión Y el cine no dejan de idealizar esa década, en la cual, y más en España, este sector de la juventud no era ni mucho menos mayoritario.
Parece claro, pues, que la diferencia generacional no viene dada por las características más generales, ya que, en efecto, los jóvenes son parecidos en todoslos tiempos, sino por aquellos matices, a veces minoritarios, que lo diferencian de las anteriores. Es evidente que la situación actual es muy distinta a la de hace 30 años. Nos encontramos en la época de lo efímero de Lipovetski, en el fin de la historia de Fukuyarna. Es, en definitiva, una época descreída, sin ideologías, sin valores, sin ilusión por el futuro. Se habla del fin del trabajo fijo, del paro como problema sin solución. La competencia es brutal. La llamada generación X no hace más que adaptarse a esta sociedad con un gran instinto de supervivencia; de ahí que sus miembros sean más escépticos, más hedonistas y egoístas, más preocupados por su formacion profesional y por problemas concretos -ecología, derechos humanos, el mercado laboral-, y menos por ideologías utópicas que la generación de los sesenta. En resumen, son más conservadores porque no ofrecen una contracultura ni quieren revolucionar el mundo. Sólo quieren sobrevivir. No pueden -no quieren- luchar por grandes ideales porque están enfermos de escepticismo.
Tengo 25 años, casualmente me gusta Nirvana y me identifico con lo expuesto anteriormente. Considero, además, que estamos demasiado acostumbrados a pedir cosas y obtenerlas. Quizá por ello algunos jóvenes piden a los mayores tiempo y más confianza. El tiempo y la confianza lo tenemos que conseguir nosotros mismos, sin pedirlos a nadie. Entonces creerán en nosotros.- Francisco Javier Raya Aguado. Madrid.
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