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Entrevista:

"Los madrileños marginan a las prostitutas"

La directora de Atención para la Prevención y Reinserción de la Mujer Prosti tuta (APRAM) no se deja abatir ante las 80 mujeres que, en lista de espera, se confiesan hartas de un comercio donde no existe el mejor postor. Rocío Nieto, abulense de 50 años, y sus colaboradoras, trabajan en un escueto inmueble del centro de Madrid, desde donde otean la pétrea actitud de las meretrices que ocupan las esquinas concéntricas a la Puerta del Sol, serrallo que aglutina casi el 30% de la prostitución más pobre de Madrid. Abierto el centro en 1989, son muchas las amenazas remitidas por chulos, rufianes y proxenetas, asustados ante la posibilidad de quedarse sin su despreciable nómina. Tampoco la relación ha sido siempre fácil con las autoridades. Ángel Matanzo, concejal de Centro, quiso clausurar APRAM en 1992. Alberto Ruiz Gallardón, presidente electo de la Comunidad de Madrid, habló en campaña electoral de regular el oficio más antiguo del mundo.Pregunta. ¿Cómo interpreta usted esas declaraciones?

Respuesta. Dejemos de utilizar el término oficio, porque la prostitución no es un trabajo. Respecto a Ruiz Gallardón, quiero entender que no habló de trasladar a las mujeres a otro sitio, sino de mejorar las condiciones de un problema real. Las prostitutas no afean la ciudad, sino lo que las rodea. La zona sur de Madrid y la Casa de Campo son los escenarios más peligrosos para ellas. La sociedad, en este caso la madrileña, admite la prostitución, pero rechaza a quienes la ejercen.

P. ¿Les amenazan a ustedes los chulos?

R. Sí, pero no tenemos miedo porque esta labor sólo puede hacerse estando aquí, con ellas, siguiendo a diario sus problemas o actuando en emergencias. Lo malo es que sólo se admite la denuncia cuando la hacen las prostitutas. Y tienen un vínculo sentimental con sus proxenetas casi de pareja. Tristemente, suelen ser la única familia que poseen.

P. ¿Es cierto que en el centro de Madrid hay amas de casa que ejercen la prostitución consentidas por sus maridos?

R. Sí. Vienen de Parla, Getafe o Fuenlabrada con problemas económicos muy concretos. Para ellas es durísimo soportar una humillación que además deteriora gravemente su vida familiar.

P. ¿Cómo son sus actuaciones de urgencia?

R. Imagina una chica de 17 años, toxicómana igual que su novio, que dice: no puedo más. Nuestro médico las reconoce, y las ayudamos a pasar el mono a base de tisanas y baños calientes. Luego pasan a centros de salud o a nuestro piso. Las de alto nivel son otro asunto, algunas ganan hasta 100.000 pesetas diarias. Ellas no nos necesitan.

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