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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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La "provocación lingüística", vista por los lectores

Juan Arias

Un buen número de lectores ha telefoneado a este departamento interesados por saber cuáles han sido las respuestas a la llamada provocación lingüística que había lanzado José de Primitivo al plantear la posibilidad de simplificar la escritura de la lengua española.La vivacidad, por no decir la violencia verbal, de muchas de las respuestas o la extensión de las mismas (cartas a veces que superaban las 2.000 palabras) indica, a mi modo de ver, el gran amor que la gente tiene por la lengua.

Querría empezar subrayando que la llamada provocación lingüística era de un lector y no del Defensor del Lector, que lo único que hizo fue proponerla al debate de los otros lectores, ya que se refería a un tema muy, concreto abordado en muchas ocasiones por este departamento: las quejas de los lectores por los muchos errores ortográficos que se nos escapan a diario en el periódico.

Y querría también indicar que aquí cerramos hoy el debate. Si acaso, lo recogerá el periódico en otra de sus secciones.

Las reacciones de los lectores que se han puesto en contacto con el Defensor del Lector podrían resumirse así:

a) Viscerales, intransigentes y hasta fundamentalistas, que han llegado incluso a insultar al lector que había lanzado la provocación. Por primera vez algún lector me ha colgado el teléfono porque no quería ni discutir. "Propuesta absurda", "una verdadera parida que no merecía la publicidad que usted le ha dado". Otros han ironizado porque el lector era 'Tuncionario de banco". Ha habido quien ha llegado a hablar de "blasfemia".

b) Los que están en desacuerdo con la idea, pero lo razonan serenamente, ofreciendo argumentos muy válidos. Por ejemplo, la joven estudiante Noemí Benito Fuentes, quien escribe desde Zamora: "Como alumna de COU, me resultaría sencillo apoyar la postura de quienes, como José de Primitivo, afirman la posibilidad de hacer desaparecer ciertas grafías, pero también creo, como alumna, que no hay que dar tantas facilidades al usar nuestra lengua. Por favor, ya nos quitaron nuestros queridos latín y griego; ahora, la filosofía; espero que nos dejen por lo menos disfrutar de la belleza de la lengua castellana, íntegra, virgen, y no mancillada por intentar hacer una lengua de uso más cómodo".

Otros, como Rafael Gil, se preguntan si, "lejos de culpar a la RAE de lo complicado y prolijo de sus normas", no habríamos de preguntarnos si el general desconocimiento de muchas de ellas no se debe más bien "a la pésima calidad del sistema educativo".

Un licenciado en periodismo, Jesús Alonso López, cree que no se trata de simplificar la ortografía, ya que, por lo que se refiere a los periódicos, "la mayor responsabilidad de los errores lingüísticos es achacable a los redactores, por dos motivos: la prisa a la hora de escribir y la contaminación de los diversos lenguajes, empezando por el de los políticos, que es", dice, "el que produce más deterioro de la lengua". Algún lector, como José L. Herrera, ha escrito en clave de humor provocador: "Habría que castigar severamente al alumno que se permita poner un solo acento".

c) Los qué están de acuerdo a mitad. Piensan que el debate es "interesante" y que en algunas cosas podría simplificarse la ortografía de nuestra lengua, pero rechazan algunas de las propuestas concretas del lector, como la de igualar la ll y la y, o la b y la v. Por ejemplo, una lectora extranjera, Rosemary Roberts, quien, sin embargo, afirma: "En lo que estoy de acuerdo es en lo de los acentos, ya que, normalmente, se puede entender el sentido de lo escrito sin ellos. En. inglés no utilizamos acentos, pero sabemos dónde poner la acentuación en cada palabra".

d) Los que están de acuerdo con el tema de fondo de simplificar en parte la lengua escrita. Así, Luis Santos, que escribe: "Concuerdo en principio con José de Primitivo por varias razones, entre, ellas, porque tiene la belleza formal de la lógica y contiene la hermosura inefable de la utopía. Das wäre was schones!" que diría un alemán nostálgico". Y concluye: "En cualquier caso, bienvenido sea el debate".

Luis Chamarro Gallego va aún más allá: "No sólo estoy plenamente de acuerdo con las propuestas reflejadas en el artículo, sino que yo, además, seguiría provocando añadiendo otras dos más: que sólo las palabras llanas no llevaran acento y la creación de una letra única que represente por sí sola el sonido che. La lógica y el sentido común deberían privar siempre en la vida: también en la lengua escrita: escribir igual que se pronuncia".

Por su parte, Joaquín Cervino Santias escribe: "Me parece una idea excelente que el Defensor del Lector dé acogida a proyectos como el de la provocación lingüística. Personalmente soy partidario de la ortografía académica, pero reconozco que, sin llegar a la complejidad de la ortografía francesa, la española exige la memoración de muchas reglas y no menos excepciones. Desgraciadamente, no todas las reglas son claras y hay que aprender toda una serie de recetas orientativas que acaban empujando al escritor hacia el diccionario más a mano. El alemán, el italiano y el ruso simplificaron sus respectivas ortografías aporvechando coyunturas históricas. Desaparecieron en el italiano la j y la h, menos en parte del verbo haber, y el tvuordi snak ruso y otros caracteres cirílicos reiterativos, con la consecuencia de que estas lenguas disfrutan hasta la fecha de una ortografía bastante fonética, ya que el fonetismo absoluto es casi imposible, como lo prueba la ortografía fonética científica".

Ramón Lamas es el más tajante: "¿Que qué opino de la provocación del lector? Pues que de ¡puta madre!, tanto en cuanto al tema como sobre el modo de plantearlo, porque hay que romper esquemas. ¡Adelante, no se paren!".

Por último, Juan Manuel Santos Algaba contesta la tesis de que la culpa de los errores sea de la escuela con estas palabras: "Como profesional de la enseñanza, tengo que decir que la ortografía es una de las asignaturas pendientes y uno de los factores más importantes del fracaso escolar. Dicen algunos técnicos que los alumnos hacen faltas de ortografía porque están mal escolarizados. Donde yo trabajo (Sevilla), el alumnado está bien escolarizado y el profesorado es muy competente desde educación infantil hasta COU. Tenemos programas serios de lectura y ortografía, y, sin embargo, las faltas, de ortografía resultan igualmente difíciles de erradicar".

Nada de nuevo

Una serie de lectores, sin duda muy duchos en el tema, han querido recordar a este Defensor del Lector -y lo documentan ampliamente- que no hay por qué escandalizarse tanto, ya que el tema de fondo presentado por el lector provocador no es nada nuevo. Más aún, que es un tema que se viene discutiendo desde hace siglos. Y así, Antonio Franco Sangil y Juan Manuel Santos Algaba recuerdan que desde Nebrija (siglo XV) a Gonzalo Correas (siglo XVI) se dan los primeros pasos para fijar unas reglas ortográficas. Y que la misma Real Academia Española acometió reformas desde el 1713 hasta 1815 y siguió haciendo leves retoques hasta nuestros días. Y que reformas extraacadémicas al margen de la RAE ha habido muchas, como las propuestas por lingüistas, gramáticos y ortógrafos poco escuchados, como Andrés Bella en 1823, Vicente Salva en 1839, José P. Gómez en 1914 o Jesús Mosterín en 1981. Y, a partir de 1951, en los congresos de academias de lengua española se presentan propuestas de reforma ortográfica.

Hay quien recuerda que el autor del Quijote escribía, su nombre unas veces con v y otras con b. Y un lector me manda esta cita de Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de Literatura: "Se debe escribir como se habla, en ningún caso como se escribe (...). En fin, escribo así porque yo soy muy testarudo, porque me divierte ir contra la Academia y para que los críticos se molesten conmigo" (Crítica paralela).

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