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Un ladrón pelmazo

Roba el radiocasete de un coche y telefonea a las tres de la madrugada al dueño para que le diga cómo funciona

Un caco llamó por teléfono a las tres de la madrugada del pasado día 23 al dueño del coche cuyo radiocasete acababa de robar para pedirle que le facilitase el código secreto del aparato. "Es que no me funciona", argumentó el ladrón.El descarado ladrón -detrás de cuya identidad anda la policía- sustrajo también la documentación del vehículo, en la que figuraba el domicilio y el teléfono de su víctima. Observó que en la carátula del radiocasete, extraíble, aparecía la expresión inglesa code number (número de código). Y, como no conseguía ponerla en marcha, dedujo que la única forma de hacerla funcionar era conocer la clave secreta. A pesar de la hora -las tres de la madrugada- no lo pensó dos veces y telefoneó a casa de su víctima. Cogió el auricular la esposa del propietario del vehículo, un Seat Ibiza de color negro. El insólito diálogo, según el testimonio de las víctimas, fue más o menos el siguiente:

-¡Oiga!

-¿Quién es?

-¿Vive ahí Juan [nombre falso, para no desvelar la identidad real del dueño del vehículo]?

-Sí, dígame.

-Acabo de robarle la radio del coche [marca Roadstar, de las modernas], pero tiene un número secreto y yo no lo sé. Si me lo dice, le devuelvo la documentación, que también me la he llevado.

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La esposa del dueño del vehículo se quedó anonadada.-Pero, ¿qué me está usted diciendo, señor?

-El vehículo es un Seat Ibide color negro, y está en la calle... (expuso el ladrón como prueba de que no bromeaba).

-Pero si la radio no tiene niguna clave, ni número secreta ni nada, señor. Ni yo sé nada de eso... Haga el favor de devolver la documentación...

-Bueno, la dejaré dentro del coche -contestó el caco.

Resulta que un hijo del propietario del coche (que reside en Madrid cuyas iniciales son P. M., de 27 años lo había aparcado ese día en una céntrica calle de la capital, cerca de la casa donde vive con un hermano. En la documentación del Seat figuraba, sin embargo, el domicilio (en Las Rozas) de su padre, propietario oficial.

Nada más clarear el día, la madre telefoneó a su hijo a Madrid para comentarle la intempestiva y extraña llamada.

Ya más tranquila( su hijo estaba bien), le indicó que el caco le había dicho que dejaría los papeles dentro del coche.

P.M. bajó inmediatamente al lugar donde lo había dejado la noche anterior. Y comprobó que algyuien se lo había violentado ; eso sí, sin apenas ocasionarle destrozos en la cerradura. Pero ni la radio ni los papeles estaban dentro.

Sí halló, en cambio, una asombrosa nota escrita a mano por el ladrón. Decía lo siguiente: "Sr/sra, he robado su casete y tengo la documentación del coche. Si quiere la documentación, ponga un letrero en el coche diciendo: 'Se vende'. Y, al lado, su número de teléfono. Necesito saber si tiene usted la clave del casete. Trate de dejarlo aparcado en la misma calle". En realidad, el aparato no necesita de ningún número secreto para funcionar, explica un hermano de la víctima: "Imagino que [el ladrón] ha visto lo del code number, y está empeñado en que sí tiene clave". La familia, por miedo, acordó no colocar ningún cartel y olvidar el asunto: "No era cuestión de facilitarle también el teléfono de mi hermano" El silencio no satisfizo al caco, que al día siguiente volvió a telefonear a Las Rozas:

-Señora, déme el teléfono del conductor del coche, para que me dé la clave; y yo les devuelvo los papeles.

La madre se limitó a pedirle la documentación. Pero el ladrón no cejó en su empeño de conocer la supuesta clave secreta e hizo tres llamadas más. La última, la noche del miércoles.

-Señor -espetó la madre-, ya le he dicho que esa radio no tiene clave ni nada. Si no quiere usted devolver los papeles, no lo haga, ya haremos un duplicado. Pero, por favor, deje de molestamos.

-Oiga, señora, es que usted me está engañando: un amigo mío que va a instalarla en mi coche dice que sí tiene clave....

La madre de P. M. explicó a este periódico que no sabía si ponerse a llorar o a reír: "Al principio, me preocupé mucho; me dio las características del coche y vi que era cierto. Pensé que podía haberle ocurrido algo a mi h¡jo". "Imagínese", agregó, "la impotencia que se siente si un desconocido te llama a la tres de la madrugada diciéndote que acaba de robarte la radio y que le des el código porque no le funciona".

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