_
_
_
_
Tribuna:28 MAYO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El vuelco y el bolero de Ravel

Sea cual sea el resultado de las elecciones todo hace pensar que el 28 de mayo aparecerá un nuevo panorama político español. Da la sensación de que una combinación entre el sistema electoral y la actuación errática de los partidos nos condena en España a que los cambios se produzcan con extraordinaria lentitud pero, cuando tienen lugar, consistan en un vuelco.La situación reproduce con muy importantes puntos de semejanza una experiencia ya conocida del pueblo español, la de 1982, que llevó al poder al PSOE. Como entonces existe la sensación de que no hay dos contendientes sobre la arena política sino tan sólo uno; el otro parece más bien empeñado en golpearse a sí mismo. Casi todo lo que ha hecho el PSOE en esta campaña es -o parece ser- marrullería, lo que, a fin de cuentas, viene a ser idéntico. Es lamentable que quienes hubieran debido servir para que cambiara su imagen y su práctica en su forma de actuar no resulten ahora otra cosa que la radicalización de sus más evidentes vicios. En junio de 1993 se concedió una última oportunidad a Felipe González, pero con la perspectiva de los dos años transcurridos se ha demostrado que, por cobardía, impotencia o acumulación de pecados previos, no ha sido capaz de llevarla a cabo. La renovación ni siquiera está ya sobre el tapete y la única esperanza reside en los errores del contrincante cuya visibilidad impiden los propios. Todo ello reproduce 1982 con la diferencia de que en esa fecha UCD quería dejar el poder y, 13 años después, el PSOE está muy lejos de esta actitud.

La comparación con 1982 también es posible en el caso de la derecha. A veces da la sensación de que empieza a apoderarse del pueblo español una especie de mística milagrera a favor de la oposición parecida a la que le invadió en aquella fecha con Felipe González. A estas alturas nadie podrá dudar que eso fue lo peor de la victoria socialista: no había que dar apenas explicaciones porque lo esencial era el empleo de una varita mágica. Nos iban a cambiar la vida y esta mezcla entre megalomanía, simplificación e insustancialidad ha estado en el origen de muchos de los males posteriores. Lo pésimo de los socialistas es que esa creencia en la mística del cambio les llevó a aceptar cualquier atajo para conseguir sus fines.

A diferencia de lo sucedido en 1982 hay 13 años después mayor escepticismo sobre la oposición. Aznar normalmente planea a considerable distancia de cualquier controversia y eso le da una imagen de estadista. A veces aterriza en una inconveniencia estridente como la de presentar a Pujol rodeado de todos los atributos del cobrador del frac. Entonces su tono es innecesario y muy perjudicial; el de Ruiz Gallardón, por ejemplo, ha sido, en cambio, bastante más medido. De todos los modos el ambiente perdona eso y mucho más. En parte lo provoca el puro hartazgo del PSOE pero hay también una actitud que se ha producido previamente en la clase dirigente española. En el siglo XVII se empleaba una frase -"andar a viva quien vence"- como expresión denigratoria de quienes acudían a toda velocidad en auxilio del triunfador. El sindicato de damnificados por el PSOE es amplio pero en gran parte coincide con el de beneficiarios de la primera época. Ahora. unos y otros se vengan.

Viene esto a cuento de que, afásico el PSOE, hay derecho a pedir una discusión a fondo del programa del PP que las circunstancias no parecen propiciar. Durante meses PP y PSOE ha repetido una especie de monótono bolero de Ravel consistente en que uno pedía elecciones generales y el otro las rechazaba. Importa que después de las elecciones no se vuelva a repetir este motivo pero en un tono más alto.

Lo lógico debiera ser, si los resultados son los previstos, optar por el planteamiento político de fondo. No cabe la menor duda de que hubiera sido mejor que el PSOE realizara el programa de 1993 y fuera juzgado por él en otras elecciones generales. A estas alturas, sin embargo, tal como están las cosas, no parece que haya otra fórmula que conceder la iniciativa al pueblo español para que se pronuncie. Los partidos pueden y deben despejar incógnitas pero son los ciudadanos los que deben decidir. Parece que, para evitar otro 1982, lo óptimo sería que lo hicieran lo más pronto posible y tras un debate de verdad a fondo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_