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28 MAYO

Un maratón muy particular

Ha recorrido en 14 días más de 14.000 kilómetros y se ha dirigido en directo a 175.000 personas. De José María Aznar se podrá decir cualquier cosa, menos que no trabaja en las campañas para pedir el voto. Durante la maratón preelectoral ha recorrido todas y cada una de las comunidades autónomas, la península de extremo a extremo en varias ocasiones y los dos archipiélagos. Y ha encontrado tiempo para saltar a Melilla.El presidente del Partido Popular sale de estas dos apretadas semanas con varias conclusiones. La primera, y quizá la más importante para él, es que el famoso carisma resulta ser, en política, un apéndice cuyo desarrollo se acelera a medida que el sujeto parece aproximarse a La Moncloa. Y puede alcanzar una dimensión desproporcionada si media un intento de asesinato de ETA.

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La segunda guarda relación con el contenido de su discurso político. Aznar se ha encontrado con que, al menos entre el público que acude a sus actos, hay demanda del concepto "nacional". Basta adjetivar con este término cualquier propósito -regeneración, recuperación, cohesión...- para aumentar el entusiasmo de los tendidos o los graderíos. No sería justo ignorar que el orador se cuida también de arrancar la ovación de rigor para la idea de "la España plural".

Hay una tercera lección, al menos. El líder de los populares ha adoptado el tono de "estadista". Ante la multitud, habla más como un venerable patricio romano encargado de señalar su destino colectivo al resto de los mortales que como un político aspirante a gobernar y empeñado en hacer comprensibles sus propuestas y sus soluciones.

La situación del Gobierno y del PSOE se lo ha puesto muy fácil. Basta pronunciar términos como honradez, eficacia, austeridad, respeto a la ley o prestigio internacional para que brillen los ojos del respetable. Más que una campaña electoral, Aznar cerró ayer un paseo triunfal en el que ha recogido el entusiasmo y el reconocimiento de los suyos.

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