La dificultad de competir con el maestro

La verdad es que no hay color. Julio Anguita devoró materialmente a sus dos candidatos de Madrid. Es verdad que tanto Paco Herrera como Ángel Pérez no tenían fácil competir con un Anguita que levanta pasiones con su sola presencia, que domina como nadie el escenario, el auditorio y la voz. Y es verdad que el aire de fiesta que se quiso dar al mitin no era lo más adecuado para un cierre de campaña que Anguita ha querido situar en la moderación y la austeridad.Así que, cuando la bella señorita de la orquesta que amenizaba la espera abandonó el escenario y Carlos Tena presentó a Herrera, ya había gente que miraba con preocupación el reloj por si Julio no entraba en el telediario. Pero no hubo problema. Aquello funcionó como un reloj.El discurso de Paco Herrera se centró en prometer un Madrid que a algunos de los presentes no les decía demasiado y a otros exactamente lo contrario de lo perseguido: el cierre al automóvil de la Casa de Campo, restricciones al uso del transporte individual, la colocación de bolardos en las aceras para impedir el aparcamiento, el 0,7% del PIB para ayuda al Tercer Mundo incluido en los presupuestos.

Caña al Ayuntamiento

Y caña al Ayuntamiento, sin citar al alcalde, que al final se fue de rositas. Advirtió que el de Madrid había sido el Ayuntamiento que más contratos a dedo había realizado durante el mandato popular. "Esto ha sido un dedazo", dijo. Citó a Umbral, a Alberti y a John Lennon, y logré un fuerte aplauso cuando dijo que "la derecha es la alternativa de los señoritos, los horteras y los pijos". Toda una definición.

Ángel Pérez llamó al voto útil, que sólo es el de la izquierda". Y pidió que la sociedad invadiera la política. Recriminó a Aznar y a González, por igual, por hablar de rebajar la prestación social sustitutoria de la mil¡ y recordó entre gritos de la muchachada que "los jóvenes son insumisos. No quieren hacer la mili".

Luego, llegó Anguita. Y aquello fue otra cosa.