_
_
_
_
Tribuna:28 MAYOCONTRAPUNTO: PP
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los jóvenes de Aznar

"¡Aquí están / los jóvenes de Aznar! ¡Aquí están / los jóvenes de Aznar!". Un público entregado, que llenaba el pabellón municipal de deportes de Móstoles, coreaba el pareado al unísono y cada vez con más fuerza, sin distinción de edad ni condición social, sin perder ritmo. Los gritos estremecían los muros y la techumbre, y la vibración realimentaba el entusiasmo. Todo se inundaba de "la moral ganadora" del centro-derecha. Se dejaba sentir el efecto de los sondeos publicados en la prensa de la mañana. A todos se les veía enardecidos con la miel de las encuestas en los labios.Pasaban las doce y el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, tardeaba. Pese al manejo magistral de los técnicos de luz y sonido, resultaba inconveniente seguir conteniendo la impaciencia. Por eso, a las 12.15 se abría el portón de cuadrillas y el líder, José María Aznar, iniciaba el consabido paseíllo longitudinal desde el extremo opuesto al escenario. Las vallas y el servicio de orden abrían camino, pero Aznar, sonriente, se arrimaba a uno y otro lado, estrechaba todas las manos que se le tendían y se dejaba besar por las admiradoras. Al mismo tiempo, la megafonía lanzaba las notas de la sintonía electoral del PP -"tarí / tará / taritiraráP"- repetida una y otra vez in crescendo, y lograba así el mismo efecto que Ravel con su bolero de la inminencia.

Más información
Aznar busca el voto joven prometiendo pisos baratos y acortar a seis meses el servicio militar

El turno de oradores en Móstoles permítía observar diversos estilos, que, en secuencia de ducha escocesa, iban pasando del calor efectista del candidato local, Fernando Bastarreche (un doble del periodista Graciano Palomo), a la abstracta frialdad de Pío García Escudero, presidente regional del PP; de la imprevista eficacia mitinera de José María Álvarez del Manzano a la distancia conceptual de Alberto Ruiz Gallardón, candidato a la Comunidad de Madrid. Más allá de las formas, todos coincidieron en presentar al PP como abanderado del juego limpio, en las antípodas de la campaña basura de los socialistas. Además, como en la canción -"¿Mami, qué será / lo que tiene el negro?"-, se preguntaron qué tendrá el PP que se va a alzar con los gobiernos municipales y regionales allí donde todavía estaba en la oposición y que va a mejorar su mayoría allí donde ya gobernaba, sin acusar desgaste alguno.

Móstoles fue elegida para reclamar la victoria por mayoría, por esa misma mayoría que hasta 1993 se constituía en concepto "intrínsecamente perverso" cuando estaba en otras manos, pero que ahora, bajo la insignia popular, se asegura que carecerá de contraindicaciones y de prepotencias. En su turno, el penúltimo, Gallardón mostraba andares desgarbados, temía que las aclamaciones encendidas terminaran por dañarle. Hablaba del sur, de la política como servicio a los ciudadanos y de Madrid como vanguardia del cambio. Pedía el voto crítico y rechazaba el cheque en blanco, cerrando el camino a que esas cosas se las dijera el líder máximo como venía su cediendo en otras plazas. Aznar cerraba las intervenciones. Subía al escenario "muy suelto de body".

Le apostrofaban de cojonudo lo mismo que a Carmelo, el portero del Athletic. Aznar decía que de esta campaña le quedaban aIgunas heridas "en las manos, producto de vuestro. afecto". Buscaba la interacción coloquial. Ofrecía trabajo estable, vivienda, progreso y reducir a seis meses el servicio militar. Definía a la nueva generación como la de la democracia, la mejor preparada, la más brillante. Entonces, "¡vamos a ganar!", entraban a tope la megafonía y la luminotecnia. Era la apoteosis.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_