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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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"De niño entrevistaba con una alcachofa en la mano"

Juan Arias

Mi llamada a los estudiantes de periodismo del 2 de abril pasado, cuando les recordaba que ser periodista no es tener asegurada la notoriedad, ni el prestigio social, ni los millones fáciles, y que no se puede aspirara dicho oficio o profesión sin la pasión por la noticia y sin el gusto por leer cada mañana los periódicos, ha provocado una serie de llamadas telefónicas y de cartas de dichos estudiantes.Y ha habido de todo: desde quien se ha sentido molesto por que interpretó mis palabras como una crítica a todos los miles de estudiantes, a quienes habría "acusado" de "no leer periódicos" -cosa que evidentemente no era cierta-, hasta quienes agradecen que se haya abierto un debate que consideran importan te para la profesión.

Y no sólo han escrito sobre dicho tema estudiantes de periodismo, sino gente ajena a la profesión, como Pedro Jiménez, de 72 años, de Madrid, quien ha aprovechado la ocasión para ponernos una banderilla a los periodistas. Pregunta por qué no se les exige más ética a aquellos informadores "que han creado un clima de acoso y derribo donde se admite el ataque despiadado a todo y a todos convirtiendo a España en un polvorín". Y nos echa la culpa, en parte, a nosotros, pues afirma que, "por espíritu de cuerpo, no somos capaces de criticarles ni de enfrentarnos a ellos". O lo que es lo mismo, que nos cubrimos entre nosotros, en vez de tener el coraje de denunciar a los que profanan la profesión.

Otro lector, Ignacio Caballero Botica, de 20 años, propone una reflexión interesante sobre los periodistas preguntándose "por qué pretendemos siempre llevar razón". Y dice que ha observado que "nos falta muchas veces el coraje de admitir que nos hemos equivocado", y que seguimos "defendiendo nuestra postura cuando observamos que lo que habíamos profetizado no se ha cumplido". Hay muchos periodistas, subraya, que son magníficos en afirmar en periódicos o tertulias radiofónicas que lo que ha ocurrido les lo que ellos pensaban o habían previsto" y pocos los capaces de decir: "Me equivoqué, no me lo esperaba".

¡Respete a su hija!

A Juan Fornieles, estudiante de segundo de periodismo, en Madrid, le ha dolido que la madre de Barcelona que yo citaba se preocupase tanto de saber si valía la pena que su hija estudiara periodismo y si yo pensaba que se trataba de una profesión "socialmente reconocida". La carta del joven estudiante es en realidad una respuesta a aquella madre a quien le dice: "Conténtese con que su hija sea una chica despierta, interesada por el mundo y la cultura, deseosa siempre de transmitir, de comunicar, de informar. Eso es ser una periodista en potencia. No se preocupe tanto por el futuro de su hija. Si se prepara bien, no pasará hambre y se sentirá feliz de hacer lo que a ella le gusta".

Y añade con cierta ternura: "A nadie le hace daño soñar, y menos trabajar para lograr sus sueños. Mientras otros jugaban a cowboys yo entrevistaba a mi hermano con una alcachofa en la mano". Y le recuerda al Defensor del Lector que quizá el hecho de que hoy tanta demanda para el oficio de periodista le haga más difícil su futuro Podría ser un "reto", ya que hará falta también mayor esfuerzo en la preparación para abrirse camino. "Y eso mejorará la profesión", dice, "y si no, tiempo al tiempo".

Raquel García, de tercero de periodismo, intenta consolar a este Defensor del Lector asegurándole: "Créame que somos muchos los estudiantes de Ciencias de la Información que no podemos pasar un día sin leer el periódico".

Periodismo orgulloso

Es significativo que en todas las cartas y conversaciones telefónicas ninguno abogue o defienda un periodismo fácil o desenvuelto. En todos estos estudiantes que han acudido al Defensor del Lector se advierte más bien antipatía y descontento por una prensa "orgullosa, que se convierte en juez de los demás y que se cree poseedora de todas las verdades creadas". Y, así, Jesús Espino, un jovencísimo estudiante de Málaga, se pregunta: "¿Quién apoya en la sombra este tipo de periodismo?; ¿cómo influye el capital de ciertas empresas periodísticas en la creación de una prensa convertida en tribunal paralelo, que juzga implacablemente, dictamina, sentencia, condena y ensalza a su propio criterio?". Y añade que así la opinión pública acaba "dando más crédito a los rumores que a lo contrastado, porque basta aparecer para ser".

Por su parte, Elvis Santos Sierra, otro joven estudiante de periodismo, de Badajoz, se ha sentido animado, tras el debate sobre el periodismo, a seguir adelante: "A mis 17 años ya empezaba", escribe, "a renegar de mi deseo de ser periodista. Son ya dos años los que llevo oyendo que las facultades de Ciencias de la Información están saturadas, que hay más periodistas que trabajos; pero gracias, entre otros, a mi padre, a Pérez Reverte y a Colin Pawel he decidido luchar para convertirme en un buen informador".

Y añade: "Creo que he captado su mensaje: el periodismo no es una papilla que te tienes que limitar a comer, sino que tienes que buscarte la vida, burlando obstáculos, yendo de un lado a otro buscando la noticia, sufriendo para rellenar una columna del periódico".

Por su parte, Jesús Arroyo Amor, "licenciado en periodismo", se muestra "indignado" con mis ideas sobre el periodismo. Porque el lector opina, entre otras cosas, que no es verdad que el periodista sea un "intermediario" entre la sociedad y los poderes institucionales, como yo escribí, sino más bien, dice, "un correo del poder institucional (detrás están los altos vuelos financieros y económicos) hacia los ciudadanos, aquí ya individuos". Y concluye diciendo que mi columna era más bien "una fiel muestra de la pseudoesquizofrenia del poder".

Provocación lingüística

Este departamento está recibiendo numerosas cartas y llamadas telefónicas en apoyo o rechazo de la propuesta hecha por un lector de simplificar algunas cosas de la lengua castellana "escrita", que habíamos calificado de "provocación lingüística". Dado el volumen de las cartas, no le será posible al Defensor del Lector responder a todas, como hace puntualmente, pero en esta columna o en otra sección del diario daremos cuenta de dichas respuestas. Los lectores pueden seguir escribiendo o telefoneando al 91 / 337 78 36.

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