Gobierno bosnio cree que Serbia está a punto de reconocer sus fronteras

El Gobierno bosnio cree muy próximo, "en días o semanas" el reconocimiento por el presidente serbio Slobodan Milosevic, de las fronteras internacionales de Bosnia, según dijo ayer a EL PAÍS un alto responsable de Gobierno de Sarajevo. La importancia de la decisión de Milosevic, sugerida por ministro británico de Exteriores, Douglas Hurd, en las últimas horas y considerada ayer inminente Belgrado, es difícil de exagerar.

El reconocimiento de Bosnia por parte del Belgrado aumentaría el aislamiento sobre los radicales serbios de Bosnia y llevaría a su jefe, Radovan Karadzic, el claro mensaje de que la Gran Serbia es un sueño muerto. Sin Belgrado, la guerra en Bosnia, tal como hoy se produce, es impensable a medio plazo.A cambio de este reconocimiento, objetivo fundamental de los diplomáticos occidentales, que llevan meses peregrinando a la capital serbia, los países del Grupo de Contacto (Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia y Rusia) están dispuestos a suspender temporalmente las sanciones financieras y comerciales impuestas al régimen de Belgrado en 1993, y que han puesto de rodillas su economía, aunque se mantendría el embargo petrolífero y el de armamento.

El representante estadounidense en el grupo, Robert Fraser, que ha mantenido desde finales de abril varias entrevistas con el presidente Milosevic, estaba ayer de nuevo en la capital serbia. Washington, el más renuente de los socios occidentales a hacer concesiones a Belgrado, ha acabado finalmente por asumir el liderazgo de las negociaciones con el presidente serbio, en quien ve ya al único interlocutor válido para detener la guerra de los Balcanes.

En Sarajevo se cree que tras la aceptación de sus fronteras por Milosevic se iniciarán conversaciones directas entre los dos Gobiernos sobre su mutuo reconocimiento político. El embajador en Berna del Gobierno bosnio, Mohamed Filipovic, ya se había entrevistado con el líder serbio en marzo a petición de éste.

La capital bosnia vivió ayer una jornada relativamente tranquila, dominada por los francotiradores, pero con escaso fuego artillero. Los jefes militares de los dos bandos se comprometieron con el mando de la ONU a no iniciar ningún ataque como los que el martes y el miércoles sumieron a Sarajevo en las más violentas batallas en dos años. Pese a ello, otras dos personas perdieron la vida, una a manos de un tirador emboscado y la otra por la explosión de un proyectil de mortero en un mercadillo callejero, que hirió a siete transeúntes más. En Trno, en la zona occidental bosnia de Banja Luka, los serbobosnios dinamitaron una iglesia católica, tras torturar al párroco y a dos monjas y obligarles a desalojar el templo.

La primera reacción de los extremistas serbios a un eventual reconocimiento de Bosnia por Belgrado vino ayer del jefe de su autodenominado parlamento, Momcilo Krajsnik, quien declaró en Pale que semejante iniciativa "sería un desastre" para Milosevic, y añadió estar convencido de que no se iba a producir. En los últimos días, el más notorio representante del fanatismo serbio, Vojislav Seselj, cuyo nombre figura en la lista de criminales de guerra que maneja el Tribunal de La Haya, ha recorrido los territorios serbobosnios proclamando la traición de Milosevic a sus protegidos de Bosnia y Croacia e instigando a "una guerra hasta el final contra los musulmanes".