El otro trasvase del Ebro
Los socialistas, tras 16 años en el poder, intentan evitar la mayoría absoluta de los populares
Este trasvase no está en los planes de la Confederación Hidrográfica del Ebro. El caudal que pierde uno, el PSOE, se transfiere casi en el mismo volumen al otro, el PP. Por el camino, algo se queda en IU o en el Par. Pero la ausencia de candidaturas con tirón en estas dos formaciones hace prever que en el caserón de la plaza del Pilar, a unos pocos metros del cauce del río, la alternancia en la casa consistorial se produzca manteniendo los mismos parámetros que en la actualidad. Eso sí, con el PP en la alcaldía y el PSOE, tras 16 años de gobierno municipal, en la oposición. Los escándalos de la última etapa de gestión del PSOE, tanto en el Ayuntamiento zaragozano como en el Gobierno de Aragón y en el seno del propio partido -cuyas luchas internas de poder aún no han concluido-, han emborronado una gestión que, aunque discutida en sus aspectos urbanísticos, es valorada positivamente por la mayoría de los ciudadanos. Desde que desaparecieran el carismático alcalde Ramón Sainz de Varanda y, poco después, el histórico dirigente Florencio Repollés, las guerras intestinas entre los socialistas aragoneses no han tenido ni un minuto de alto el fuego táctico. Eso se ha traducido en un descrédito ante la ciudadanía y un descenso en el apoyo de los votantes que, en una primera fase, ha ido engordando los resultados de IU.
La ciudad se ha transformado en este periodo con las grandes obras de infraestructura. Los nuevos puentes sobre el Ebro han permitido el crecimiento de la margen izquierda con barrios-dormitorio y superficies comerciales. Se ha erradicado el chabolismo, aunque permanecen bolsas de infravivienda en el casco antiguo; urbanizado el centro, depurado las aguas residuales, diseñado una eficaz red de transporte urbano y construido las grandes plazas. Como todas las obras públicas, no han estado exentas de polémica, especialmente por la dureza con que se encementó el entorno de la basílica del Pilar y de la catedral de La Seo. Además, las dos construcciones emblemáticas han sido consideradas faraónicas primero, pero se han convertido en orgullo ciudadano después. El pabellón Príncipe Felipe es una de las mejores infraestructuras baloncestísticas de España, según los expertos que hace tan sólo unas semanas acudieron a presenciar las finales de la Liga europea, y el Auditorio-Palacio de Congresos ha sido elogiado hasta por Monserrat Caballé, aunque los marchosos seguidores de Flaco Giménez tuvieran que ver a su ídolo en una sala sinfónica sin poder fumar ni beber.
Los dos últimos años de mandato han estado plagados de sobresaltos. Primero fue la alianza del alcalde, Antonio González Triviño, con el entonces sólo discutido -ahora en los tribunales- José Marco por no se sabe bien qué intereses comunes y so pretexto de conseguir la paz interna en aras de desbancar del Gobierno regional a la coalición Par-PP. Pero las formas del secretario de los socialistas aragoneses salpicaron también al primer edil, que, a los pocos meses, decidió apoyarse en un denostado tránsfuga para conservar la exigua mayoría en el consistorio ante la retirada por parte de IU del respaldo que le estaban otorgando desde que el PSOE perdiera la mayoría absoluta.
IU mantuvo desde entonces la más dura de las oposiciones y fue el látigo que fustigó a González Triviño con la mayor piedra en el zapato de su gestión: los dineros de la depuradora, un escándalo con facturas falsas, ya encontradas, y que los jueces están investigando para aclarar el destino final de cientos de millonesde pesetas y en el que está inmerso un amigo personal del regidor vinculado a los socialistas, incluso institucionalmente, en la primera etapa en el Gobierno central y más tarde, con su empresa de asesoramiento, a los convergentes de CiU, en la rebotica.
Las guerras internas de IU han hecho que los baluartes de esta coalición hayan quedado relegados, lo que augura unos resultados inciertos a la hora de conseguir hacerse con los desencantados votantes socialistas.
Los regionalistas del Par admiten en conversaciones privadas que la candidatura por la capital de la comunidad, donde residen más de la mitad de los 1.200.000 habitantes de Aragón, es " poco floja", pero su aspiración a ser el contrapeso que sirva de moneda con el PP con vistas a intercambiar apoyos. En esta situación, es previsible que se repitan los pactos, aunque en la campaña electoral se está jugando el que el PP consiga la mayoría absoluta. Los candidatos de ambas formaciones son "caras nuevas", aunque veteranos. Nunca habían competido por la vara. Luisa Fernanda Rudi es una las gladiadoras aznaristas que forman la fuerza de choque que el PP ha hecho desembarcar, tras pasar por el Congreso de los Diputados, para conquistar las ciudades emblemáticas del socialismo. Emilio Comín es el heredero del equipo que se encargó de recuperar para los usos democráticos la casa consistorial. Los aires regeneradores en la cúpula federal del PSOE han invitado a varios a no intentar continuar en las listas -incluido el hasta ahora alcalde, curiosamente la mejor imagen electoral-. Además, alguno de aquel primer equipo está ya en prisión: Luis Roldán.
Las formas parecen estar en el fondo de las críticas de la ciudadanía y es precisamente en el cambio de modos de hacer política donde está la oferta de Rudi para que el Ebro, a su paso por Pilar, gire a la derecha.
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