El PSOE, a punto de perder las autonomías ricas
Los líderes de Castilla-La Mancha y Extremadura son los que mejor han resistido la recesión económica
El pasado 29 de abril, José Bono proclamó en la plaza de toros de Toledo, llena a rebosar, y ante Felipe González, su millón de kilómetros de recorrido por la región castellano-manchega. Con ello consagraba la imagen que de él se tiene en los círculos socialistas, la del presidente autonómico que ha saludado uno por uno a todos los vecinos de la región.González, pocos minutos después, le homenajeó calificándole de "líder nacional". El presidente del Gobierno siempre ha sentido debilidad por dos líderes autonómicos, el castellano-manchego José Bono y el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, por su capacidad de situarse a ras del suelo y arrastrar votos consigo.
González no podía faltar a la cita con Bono ni tampoco con Rodríguez Ibarra. A uno acompañó a un mitin de precampaña, en Toledo, y al otro, hoy, a Cáceres. De ambos suele decir que han levantado con su propio esfuerzo una comunidad autónoma en la que nadie creía. Y lo cierto, hoy, es que los sondeos sitúan a ambos presidentes autonómicos en el dique más firme para resistir la oleada que se cierne contra los socialistas en comunidades y municipios.
Detrás de ello está no sólo el talante populista de ambos líderes. Extremadura y Castilla La Mancha son las comunidades autónomas, presididas por socialistas, que mejor han resistido el embate de la recesión económica de los dos últimos años. Pero, y sobre todo, son, junto con Andalucía, las comunidades que, partiendo de los escalones más bajos de renta per cápita en España, han experimentado mayor desarrollo desde la implantación del Estado de las autonomías en España.
Su Producto Interior Bruto (PIB) por habitante ha subido de forma espectacular (ver cuadro) y se han beneficiado de los planes comunitarios europeos de desarrollo regional y de la inversión civil del Estado. No hay que olvidar que la inversión para el período 1989/93 para el conjunto de las administraciones públicas fue de 9.000 millones para las regiones más desfavorecidas.
La inversión civil del Estado pasó de 308.200 millones de pesetas en 1987 a 709.900 millones en 1990, con un total de casi dos billones para el cuatrienio 1987-1990. Las región más favorecida en términos absolutos es Andalucía, con un 21,8%, y en términos relativos, Castilla-La Mancha. todo este cúmulo de factores son los que empujan al PP a calificar a estas regiones, de fuerte implantación socialista, como "subvencionadas".
La otra cara de la moneda la ofrecen comunidades más ricas, como la Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y La Rioja, también gobemadas por los socialistas. Se da la paradoja que en ellas, los socialistas arriesgan de forma más seria la pérdida del gobierno que en las más pobres. No entran en este cupo Cataluña, Euskadi, Galicia y Andalucía porque no celebran elecciones autónomicas.
En las cuatro comunidades, cuya actividad productiva está dirigida hacia la exportación -la Comunidad Valenciana es la segunda de España, después de Cataluña-, la recesión económica de los años 1992 y 1993 se ha hecho notar con la caída del PIB y el aumento del paro (véase cuadro). También son las primeras que han empezado a notar la recuperación económica, pero los dos años de recesión han hecho estragos, sobre todo con las cifras de paro.
Tampoco lo tiene bien otra comunidad tradicionalmente socialista, como la asturiana, y hoy víctima del declive industrial generalizado de la comisa cantábrica.
Los sondeos no se lo ponen fácil al presidente valenciano, el socialista Joan Lerma. Y aún se lo ponen peor a la presidenta murciana, María Antonia Martínez, y al riojano, José Ignacio Pérez Sáenz. El caso de la comunidad de Madrid es especial. El socialista Joaquín Leguina va a tener que soportar sobre sus espaldas toda la agresividad del electorado por los escándalos de la política nacional.
El ex ministro para las Administraciones Públicas y autor del programa autonómico del PSOE, Joaquín Almunia, opina que las, peores previsiones para los socialistas en las comunidades ricas sobre las pobres, nada tiene que ver con la gestión de sus presidentes.
A su juicio, la razón fundamental hay que encontrarla en que las comunidades ricas han notado menos que las pobres el impulso económico de los ochenta al partir de niveles mucho más altos.
Almunia encuentra la explicación de esta, paradoja en que las comunidades pobres "han notado el importante esfuerzo redistribuidor de rentas del Estado durante estos años" mientras que las clases medias, mucho más asentadas en las comunidades ricas, creen que "el esfuerzo impositivo que realizan no compensa los servicios que perciben". El ex ministro tiene también en cuenta el mayor impacto de los escándalos en las comunidades ricas que en las pobres.
Este aspecto, la repercusión de los escándalos y del desgaste del Gobierno, va a tener un reflejo variable en los municipios. Los socialistas parten de una clara superioridad sobre los populares en el tramo de municipios que va de 5.000 a 50.000 habitantes: 565 alcaldes del PSOE frente a 168 del PP. La diferencia es aún más acusada en el tramo que va de 20.000 a 50.000 habitantes: 124 alcaldes socialistas frente a 17 del PP.
Almunia opina que en esos tramos de población, los ciudadanos valoran mucho más la gestión de los alcaldes que en las poblaciones de más de 100.000 habitantes y el impacto de la política nacional, con sus escándalos, es menor. "La gente conoce a los alcaldes y se valora más su gestión porque se percibe de forma más clara que en las poblaciones grandes", señala el ex ministro. Con ello explica, tal vez, la frase de Felipe González cuando el miércoles dijo en la cadena SER que los resultados electorales iban a ofrecer sorpresas.
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