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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los decepcionados decepcionantes

Algunos personajes que, atraídos por el olor del poder, se acercaron al PSOE mediante el halago a su líder, hoy, cuando Felipe González vive horas bajas y se vislumbra la posibilidad de que el PP tome la alternativa, se apresuran a proclamar a los cuatro vientos la decepción que les provoca el presidente.Los hay que tienen el mal gusto de anunciar a bombo y platillo la rotura del carné, algo que para ello nunca tuvo más valor que el de una etiqueta de ocasión que servía para figurar y abrir algunas puertas; otros se han despedido con declaraciones explosivas, justo en el momento en que más daño podían hacer, y, por último, los hay que han optado por escribir libros o firmar manifiestos en los que descargan su artillería contra el dirigente socialista.

Toda esa pléyade de oportunistas, entre los cuales no se encuentran los que desde su coherencia dieron la espalda al PSOE en sus momentos de gloria, tiene en su fuero interno la petulancia de pensar que si Felipe González llegó adonde está fue gracias a las palmaditas que ellos le dieron en la espalda, y, cómo no, hasta puede que mañana se apropien del protagonismo de su cantada derrota. Imaginan que su influencia es decisiva en el voto de la. gente y preparan el terreno para seguir disfrutando de las mieles del poder cuando vengan los otros.

Su exagerada autovaloración les impide preguntarse qué pensará de ellos el presidente. Se equivocan al creerse los únicos con derecho a expresar su desilusión, pues ellos también desilusionan, y mucho. Nunca todos sus gestos, sus palabras y sus libros juntos podrán, igualar la decepción que ellos pueden producir en Felipe González, y eso, no lo duden, será lo que al final cuente. La historia dará al señor González el reconocimiento que hoy se le pretende negar, mientras ellos sólo disfrutarán del placer fugaz, sin la menor trascendencia, que deben de sentir las moscas que revolotean alrededor del azúcar y cambian de lugar cuando ven que se acaba.-

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