¡Pobres Daoiz y Velarde!
Poco a poco se va muriendo el pequeño comercio de este céntrico barrio llamado Maravillas. Hasta la señora del quiosco de periódicos está a punto de abandonar. Llegar a ella en busca de la prensa diaria es desde hace tiempo una auténtica carrera de obstáculos.Todo por culpa de unas obras de "rehabilitación" absolutamente caóticas e innecesarias que han convertido la plaza del Dos de Mayo y las calles de su alrededor en un infierno ruidoso y polvoriento, Cada día se abren nuevos fosos y se tapan otros, mientras que numerosos grupos de obreros despistados trabajan a base del mínimo esfuerzo, sin la menor coordinación.
Nuestra antaño tan entrañable plaza no está para recibir a nadie. Los niños del colegio cercano no tienen donde jugar; los ancianos, donde sentarse para disfrutar del sol; la gente, donde pasear sus perros.
Así se nos han ido ocho meses. El Ayuntamiento, la Comunidad y el Ministerio de Obras Públicas se habían comprometido a terminar esta "remodelación", que los vecinos no han pedido y que nadie se ha atrevido a explicarles, en medio año, según los grandes carteles todavía expuestos en todas partes.
Así se nos irá el verano, quizá el otoño también. Un día, todavía lejano, se nos presentará el barrio hecho una perfecta cursilada y una permanente tortura tanto para los peatones como para los usuarios de coche.
Hablan de un coste total de 8.000 millones. Mucho dinero para una ciudad que lucha con enormes y crecientes problemas sociales.
¿Quién en su sano juicio puede dar su voto a los responsables de semejante desastre?
Estamos en plenas fiestas, y las pesadas máquinas llevan varios días descansando en medio de un paisaje urbano parecido a un barrio de Sarajevo. Este año no se oye música por ninguna parte. Por la noche, las bandadas de gamberros invaden las calles levantadas donde ni taxis, ni ambulancias, ni coches de policía tienen acceso ya.
¡Pobres Daoiz y Velarde, perdidos ante tan deplorable panorama, muchos testigos de un escándalo que no cesa!-
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