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IU busca chafarle la fiesta a Rodríguez Ibarra

"Antes se va", comentan en el PSOE extremeño ante una posible alianza de gobierno con la formación de Anguita

"El ciclo socialista no ha hecho más que comenzar en Extremadura", repite en vísperas electorales un Rodríguez Ibarra dispuesto a auparse a su cuarto mandato presidencial consecutivo. Según diversos sondeos, Extremadura puede convertirse en el último feudo del PSOE. La gran duda está en conocer si, emulando los tres anteriores comicios, los socialistas ganarán con mayoría absoluta o no, y a partir de esa premisa podría estar en juego el propio futuro personal del carismático dirigente extremeño.¿Accedería Rodríguez Ibarra a gobernar con Izquierda Unida? Un alto cargo socialista, en un reciente almuerzo con un reducido grupo de comensales, dudó de la continuidad de Rodríguez Ibarra al frente de un Gobierno que dependiera de la coalición: "Antes se va", espetó reflejando en su rostro las dificultades y desganas que acompañarían al líder extremeño para dirigir un Ejecutivo con unos compañeros de viaje a los que ha tratado con mayor acritud, incluso, que a la derecha.De hecho, si el PSOE deja abiertas las puertas para buscar una aproximación con Izquierda Unida como arma para frenar al PP, el dirigente extremeño mantiene un evidente recelo hacia la coalición con un mensaje directo para el electorado: "Votar a Izquierda Unida sería votar a la derecha", viene a decir. Desde esa perspectiva, salir airoso de la próxima prueba pasaría no sólo por ganar, sino por conseguir en las urnas un veredicto concluyente que ratificara su posición de privilegio en un mapa electoral en el que se presupone un varapalo para el PSOE. Rodríguez Ibarra saldría fortalecido en Extremadura y dentro de la cúpula socialista, con posibilidades de jugar un papel más relevante en su partido.

En todo caso, el voto socialista seguirá siendo descaradamente rural, con predominio de obreros, pensionistas y subsidiados. Nadie pone en duda el progreso extremeño, especialmente en infraestructuras. Ese millón de emigrantes que abandonó la región en los años cincuenta y sesenta dejó atrás una tierra precaria en dotaciones frente a la Extremadura actual, con una importante red regional de carreteras, electrificación rural, saneamientos y abastecimientos garantizados.El campo extremeño acumula más de 50.000 millones de pesetas de pérdidas como consecuencia de la sequía. Pero esa carencia de agua no se refleja en problemas de suministro a la población. En una situación climática difícil, Rodríguez Ibarra. alude con frecuencia a lo que denomina milagro extremeño y, haciendo un guiño sarcástico a sus compañeros andaluces, evoca aquella imagen de la Extremadura seca, en alerta roja, con los camiones cisterna en los pueblos. El problema se ha traspasado ahora a otras regiones.

Sin embargo, la región sigue acumulando puestos de cola en los parámetros habituales que la sociedad moderna utiliza para medir la riqueza: alto porcentaje de parados, escaso PIB, bajos salarios. Según el líder extremeño, hasta ahora la gestión tenía como objetivo fundamental suplir las carencias históricas y dotar de orgullo ala región. Un cuarto mandato socialista se encaminaría, dice, hacia las inversiones productivas.

La batalla extremeña tiene un nuevo punto de mira: los jóvenes Rodríguez Ibarra ha prometido entre dos y tres millones de pesetas para que los jóvenes puedan construirse una vivienda en su lugar de residencia. Mientras, el campo le da la espalda.

Izquierda Unida y el Partido Popular tienen una baza que jugar, aunque desde perspectiva bien distintas. Incapaz el PSOE de aglutinar en tomo a unas siglas (UPA) una organización fuerte como brazo armado de la agricultura socialista, la derecha de Extremadura posiblemente ha ejercido más oposición desde la patronal agraria ASAJA que desde el propio PP, mientras que IU ha encontrado en la Unión de Campesinos un instrumento de inestimable ayuda. De hecho, dos de ls más destacados dirigentes agrarios Oscar Baselga y Juan Luis Aparicio, son candidatos de ambas formaciones.

Por más que los gobernantes extremeños insistan en afirmar que los agricultores no han perdido renta a pesar de la sequía, el campo sigue siendo una asignatura pendiente para Rodríguez Ibarra y su equipo, que tienen que contemplar impasibles y frustrados cómo los latifundistas a los que combatieron con una política de expropiaciones de fincas de dudosos resultados acumulan ahora una buena tajada de los ecus verdes procedentes de Bruselas.

El PP presenta como candidato a Juan Ignacio Barrero, abogado de talante serio, poco brillante como orador pero que ofrece una imagen y tono conciliador: "Nadie escuchará de mi boca un insulto", dice mientras oferta bajar en 10 puntos la tasa de paro y reducir los altos cargos de la Junta. La continuidad es la nota característica de una candidatura en la que siguen 15 de los 19 parlamentarios.

de la anterior legislatura, y con un programa en el que el PER ni tocarlo, por si acaso.Izquierda Unida es la bicha para el PSOE extremeño. Apuesta, sobre todo, por la empresa pública como factor dinamizador de una economía sin tejido industrial y por la provincia única, propuesta que puede originarle serios problemas en el electorado cacereño, reticente siempre al poder pacense. Su candidato es Ricardo Sosa.

Para el regionalismo pueden ser unas elecciones decisivas. Desaprovechada la gran oportunidad de principios de los años ochenta, y perdido en tres formaciones con escaso apoyo popular, han decidido aparcar viejas rencillas y reconciliarse electoralmente en una sola candidatura (Coalición Extremeña) con Pedro Cañada al frente, imagen más cercana al bonachón maestro rural que al líder político.

En cuanto a las alcaldías, los socialistas han optado por la renovación en las dos ciudades más importantes. Por Cáceres concurre un joven ingeniero de Caminos, Victoriano Roncero, diputado en el Congreso y próximo a Borrell. Sin embargo, todo apunta a que el alcalde será José María Saponi (PP), que, en los anteriores comicios logró más votos.

Badajoz ofrece otro panorama. A pesar de ser la ciudad más poblada, ha carecido de personalidad propia, envuelta en enfrentamientos tribales dentro del propio PSOE y con un escándalo: el denominado caso Matías Ramos, ex concejal y ex vicepresidente de la Diputación, que se enfrenta a un procesamiento por varios presuntos delitos cometidos durante su gestión. El cabeza de lista socialista es un docente, Ricardo Luengo, con una candidatura totalmente renovada. Pero no se le discuten ciertas posibilidades al candidato popular, Miguel Celdrán.

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