Atrapados en las murallas reales
250 emigrantes 'ilegales' viven hacinados en Ceuta sin que nadie les dé una solución
Las murallas reales de Ceuta alojan nuevos inquilinos. Unas 250 personas, en su mayoría de raza negra, se hacinan desde hace cuatro meses en un local que en tiempos hizo las veces de discoteca. La mayoría dice que proviene de Somalia, Liberia o Ruanda. Huían de la pobreza de la guerra y la sinrazón que ha invadido sus países. Pero en Ceuta nadie les quiere. El Ayuntamiento teme que facilitarles la vida sea un incentivo para la llegada de nuevos ilegales, la Delegación del Gobierno intentó, sin éxito, repatriarles, y la población preferiría no tenerles como vecinos. "No somos ladrones, somos refugiados políticos", afirma uno de los emigrantes, que dice venir de Burundi.Ahora, y desde hace cuatro meses, forman parte del paisaje de Ceuta. Pero sin papeles. Se han instalado en una nueva miseria. Ocuparon el local de una antigua discoteca emplazada en las murallas reales: sin luz, sin agua, sin apenas comida y con las literas acumulándose unas sobre otras. La situación de insalubridad ya ha provocado casos de tuberculosis. Las administraciones siguen el drama de lejos, mirando a otra parte.
La Delegación del Gobierno en Ceuta dejó bien sentado desde el principio que no se facilitaría la condición de refugiado político a ninguno de ellos. De modo que puso manos a la obra e inició los trámites para la repatriación de todos ellos. Problemas, los evidentes: llame usted a Burundi y cuente que quiere repatriar a 50 de los suyos... La presión ha obligado a la delegación a arbitrar algunas medidas de ayuda. La Cruz Roja ha facilitado los colchones; la Comandancia General, la comida, y falta que el Ayuntamiento acondicione otro local donde reubicarles. Pero el Ayuntamiento dice que ésa no es su guerra. Para el alcalde de Ceuta, Basilio Fernández, es misión del Gobierno central resolver el problema. El alcalde añade: "Si mejoramos la situación seguirán llegando más, y Ceuta no puede ser el gueto de Europa". Los vecinos coinciden con su edil: "Si no son de aquí y no pueden llegar a la Península, que se vuelvan a su país", afirman.
La mayoría de estas 250 personas son de raza negra y su pretensión es llegar al interior de España. El grupo comenzó a formarse hace ya dos años, pero no ha tomado dimensiones preocupantes hasta hace cuatro meses. Su número sigue creciendo; cada dos días viene a sumarse un nuevo integrante. Junto al grupo mayoritario también se registra la presencia de otro menos numeroso que forman ciudadanos que dicen ser argelinos, aunque todo apunta a que se trata de marroquíes que aducen ese origen para no ser repatriados.
Desde las murallas reales y sin forzar la vista todos ellos pueden ver los dos extremos de su circunstancia. Deseo y realidad. La imagen de la Península dibujada desde Tarifa hasta Gibraltar, y la de la bahía sur, en Marruecos, continuidad de la tierra que les recuerda de donde vinieron y adonde no quieren regresar.
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