Sexualidad
Evidentemente, es un avance que hoy día se pueda hablar o escribir sobre sexualidad en los distintos medios de comunicación. Supone un logro, tanto en lo que respecta a la libertad de expresión como en lo que hace referencia a la sexualidad como algo natural y cotidiano. Si a esto, además, le añadirnos la profusión de programas, secciones y debates en los que el sexo o la sexualidad es protagonista, habrá quien piense que los profesionales de la sexología estamos de enhorabuena y felicitándonos por este panorama.Pero la realidad no es así. Sucede que nuestro objetivo no se reduce a hablar por hablar, sino que nos gusta que, aparte de pasar el rato, se hable por algo y para algo. La sexualidad como objetivo supone caminar hacia el desarrollo integral de la persona; hacia una fuente de bienestar, placer y comunicación, y hacia el respeto y la
tolerancia, la igualdad de derechos y la diversidad de opciones. Evitando los enfrentamiento s, los dogmas y las competiciones. Y como son los objetivos, es claro por qué no nos felicitamos.
¿Qué supone esto? ¿Que nos gustan los programas aburridos? De ninguna manera. La sexualidad puede ser divertida y, por tanto, así también puede ser su tratamiento. Pero no por ello hay que perder el rigor. Hay hueco para la sexología y sus profesionales. Sin olvidar que para ser sexólogo o sexóloga no basta el interés por el sexo o tener vocación. Es precisa la formación, tanto previa como especializada, y no es suficiente con que alguien se lo llame a sí mismo. La formación permite hablar con cierta seriedad de los temas. Independientemente de que luego el profesional lo haga de un modo más o menos divertido o. aburrido. Ahora bien, en cualquier caso, con rigor-
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