Autorretrato del instructor
El auto judicial dictado por el magistrado Marino Barbero -65 años- es, además, un autorretrato del instructor entre los folios 5 al 12. Barbero califica el asunto, que él mismo ha instruido durante tres años y medio, como "una de las causas más singulares de la historia judicial española". El magistrado no especifica si se remonta a la Edad Media, o hasta el siglo XVI y el imperio del proceso inquisitivo, o si sólo arranca su comparación del XIX, cuando se institucionaliza el proceso judicial con sus rasgos actuales en 1882.Barbero que en numerosos pasajes muestra una especial animadversión hacia la sintaxis española, se lamenta de que durante 10 meses tuviese que compatibilizar su tarea de instructor con la ordinaria de su trabajo como magistrado y dice que avanzó en la investigación del caso Filesa "con la llevanza coetánea de las, en absoluto, leves tareas ordinarias -lo que es notorio-, que correspondía efectuar - a los magistrados de la sala 11 de este Alto Tribunal".
El magistrado contabiliza las declaraciones, diligencias, registros y actuaciones de todo tipo que ha llevado a cabo y, refiriéndose a una etapa concreta de su trabajo asegura que "era materialmente imposible hacer más". Añade que su tarea "resulta aún más ingente por haber estado acompañada de una manifiesta ecasez de medios materiales y personales" y dedica casi un folio a narrar las dificultades que ha tenido por el ir y venir a distintos despachos forzado por las obras de remodelación de la sede del Tribunal Supremo.
En el último párrafo del folio 7 admite de forma expresa que la escasez de medios se refleja en que "algunas declaraciones sean ilegibles o difícilmente legibles" y llega a especificar que las obras en el Palacio de Justicia le llevaron a un despacho en el que "por tratarse de semisótanos de altura muy inferior al nivel de la calle, las ventanas permanecen cerradas, por lo que ha de laborarse permanentemente con luz artificial y sin ventilación adecuada".
El magistrado instructor se lamenta de que no le nombrasen jueces adjuntos o de apoyo -"la denominación era intrascendente", dice-; asegura que ha resuelto 112 recursos, "ejemplo quizá sin par", escribe Barbero "en actividad instructora alguna", y especifica que el instructor "estuvo inactivo por causas a él ajenas 267 días, o sea 8 meses y 27 días".
Barbero afirma impávido que "es quimérica la instrucción de la presente causa con mayor presura: constituye un anhelo irrealizable" y no contento con esta aseveración añade: "Dar fin antes a la fase de diligencias previas no ha sido -no es- 'racionalmente' posible".
El magistrado-instructor no menciona los numerosos apercibimientos que ha recibido de la Sala Segunda del Supremo para que concluyese su trabajo.
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