Precisiones de Leopoldo Torres

En el diario EL PAÍS del viernes 28 de abril, en la página 20, con referencia al denominado informe Navajas, se afirma que éste me fue remitido el 12 de mayo de 1989, cuando mi nombramiento para el cargo de fiscal general del Estado tuvo lugar el 1 de febrero de 1990. También se dice que la Operación Arca de Noé se detalla en un informe de fecha 20 de octubre de 1992, cuando resulta que cesé en dicho cargo el 11 de abril de ese año, como puede constatarse a través del Boletín Oficial del Estado. Por consiguiente, parece fuera de lugar hacerme responsable de lo ocurrido antes de mi nombramiento o después de haberme sido aceptada la petición de relevo al frente del ministerio fiscal.Hecha esta precisión cronológica, lo cierto es que entre ambas fechas, a mi propia instancia y bajo mi entera responsabilidad como fiscal general del Estado, se le facilitaron por el Ministerio del Interior al fiscal jefe de la Audiencia Provincial de San Sebastián los importantes medios de investigación que había solicitado en su célebre informe, investigación que se llevó a cabo a su entera satisfacción, salvo su resultado negativo, según él mismo manifestó al término de la misma a los más altos responsables del ministerio fiscal, al cabo de varios meses de intenso trabajo, como también es cierto que los diversos jueces y tribunales que investigaron las conductas descritas en el informe Navajas, sin excepción, decretaron el sobreseimiento. y archivo de las diligencias incoadas.Tres años después de mi relevo al frente del ministerio fiscal, todavía debo recordar, en ésta como en otras ocasiones, extremos tan elementales y fáciles de verificar, para evitar que se ponga en duda la rectitud de mi conducta profesional y personal, sin respetar la realidad de los hechos, con intenciones que no se me alcanzan y que en modo alguno pretendo aventurar.

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