"La artesanía pastelera en Madrid esta en pelígro"
De niño pegaba la nariz en los escaparates de las pastelerías, que exhibían a través de los cristales bandejas repletas de deliciosos y tentadores dulces. Muchas tardes, tras salir del colegio, regresaba a casa a pie. La culpa la tenían los pasteles. El dinero del autobús prefería invertirlo en un bollo. A sus 43 años, Jorge de Federico, publicitario de profesión, acaba de editar su primer libro, El oso goloso, un recorrido por 240 especialidades de las 41 mejores pastelerías de la capital.
Pregunta. ¿Tanto le gustan los dulces?
Respuesta. Me encantan. Soy un gran goloso desde que era chiquitín. Siempre me ha gustado saber dónde están las buenas pastelerías y probar todo lo que en ellas se elabora.
P. ¿Surgió así el libro?
R. Busqué información sobre este asunto y no encontré ningún libro en el que apareciera una guía de pastelerías. Decidí ponerlo en marcha, porque en publicidad si tienes una idea y no la elaboras no es nada.
P. ¿Ha rastreado por todas las pastelerías de la ciudad?
R. No las conozco todas, pero las que aparecen en el libro, sí. Es la mejor muestra de las pastelerías de nuestra ciudad, a pesar de que aquí no existe tanta vocación ni tradición como en Cataluña.
P. ¿Los madrileños son golosos?
R. Sí, aunque no tengo estadísticas sobre la cifra de golosos, en líneas generales a muy poca gente no le gusta el dulce.
P. Con la moda y las dietas, muchos renuncian a los dulces.
R. Desgraciadamente se está perdiendo aquella tradición de salir a comprar pasteles los domingos, y yo con este libro he intentado recuperarla. Me parece que es una afición interesante y muy sana porque las materias primas son de buena calidad.
P. ¿Hay muchos dulces típicos de Madrid?
R. Hay pocos, y la mayoría de los madrileños los desconocen. Los dulces típicos suelen ser de temporada, como las rosquillas de San Isidro, que son los más conocidos. Otro dulce típico es la corona de la Almudena.
P. ¿A qué cree que se debe este desconocimiento?
R. Simplemente a que Madrid es una ciudad muy grande y no tiene esa cultura de lo propio y local que tienen otras ciudades. Aquí se han perdido muchos dulces, como el bollo mamón o las tortas de torrezno, por esa falta de tradición y porque los gustos también cambian.
P. ¿Peligra entonces la tradición pastelera de la ciudad?
R. Sí. La artesanía pastelera está en peligro. La gente compra productos ya empaquetados y la solución sería combinarlos con los artesanos, aunque la calidad no sea la misma. Desgraciadamente, las pastelerías en Madrid peligran.
El oso goloso. 5.860 ptas.
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