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Rusia pretende recuperar el control del antiguo imperio soviético

El ministro de Exteriores ruso, Andréi Kózirev, ha dejado claro que el Kremlin desea recuperar la hegemonía en el territorio del antiguo imperio soviético. Kózirev dijo el martes pasado que, en determinadas circunstancias, podía ser necesario "el uso de la fuerza directa" para defender a sus "compatriotas en el extranjero", y anteayer por la noche el miércoles reafirmó su posición, negando que fuera un lapsus o una maniobra para ganar votos.

Estonia, Letonia y Lituania no tardaron en expresar su malestar por las amenazadoras declaraciones de Kózirev. En estos tres países bálticos, especialmente en Estonia y Letonia, un alto porcentaje de la población es rusohablante. Los rusos que viven allí han protestado en más de una ocasión contra las leyes discriminatorias -en cuanto a elecciones y uso de su lengua- que han aprobado los países respectivos. En el Este de Estonia incluso existe el peligro de secesión y de una situación como la del Trandniéster, donde los rusohablentes declararon unilateralmente su independencia de Moldavia.Aunque en Ucrania también viven muchos rusohablantes, especialmente en la zona oriental y en la república autónoma de Crimea, las autoridades de Kiev reaccionaron con más calma a las declaraciones de Kózirev, y trataron de restarles importancia. Así, Dmitri Tabáchnik, jefe de la administración presidencial ucrania, comentó que las palabras del ministro de Exteriores ruso eran "propaganda electoral" y que no correspondían a la política del Kremlin.

El mismo Kózirev rechazó esta interpretación, que también era compartida por algunos políticos occidentales, como Klaus Kinkel, ministro de Exteriores alemán. "Si las vidas de nuestros ciudadanos están amenazadas y no hay otra forma de salvarlas, estoy seguro de que el presidente dará la orden correspondiente, el Parlamento la aprobará y nuestras Fuerzas Armadas la cumplirán", dijo el miércoles.

Kózirev también mostró los dientes en las conversaciones intertayikas que se celebran en Moscú con mediación rusa, y puso en peligro el futuro de éstas, cuando los representantes de la oposición islámica se retiraron de negociación en protesta por las declaraciones del ministro, que amenazó con utilizar todo el poderío militar ruso contra los guerrilleros.

Difícilmente se puede pensar que la posición de Kózirev no es compartida en el Kremlin y, en realidad, marca una cambio en la política de los tres primeros años de la Rusia independiente.

La sangrienta guerra de Chechenia, lejos de disuadir a los líderes rusos del empleo de la fuerza, al parecer los ha convencido de la necesidad de exhibir sus músculos.

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