Manoli
Manoli tiene 26 años y es de un pueblecito de la provincia de Toledo. Hace año y medio le hice una entrevista, junto con su novia Ana, para un reportaje sobre lesbianismo. Me costó convencerlas para que salieran: acababan de abrir un minúsculo bar en un barrio popular de Madrid (el LM, en la plaza de la Reverencia), y tenían miedo de asustar a la clientela. Los padres y los hermanos de Ana y de Manoli saben que son homosexuales y pareja. Como la sociedad es aún muy homofóbica, esa naturalidad no es algo que se encuentra, sino que se conquista. Es un logro de ambas, a fuerza de coraje y de coherencia. Y también de dolor: a Manoli, que viene de un medio rural y muy aislado, le ha costado años de alcoholismo poder ser ella misma. Por eso, porque saben del horror de creerse únicas y de la locura de temerse anormales, fue por lo que aceptaron al fin salir en el reportaje.Cuando se publicó lo de EL PAÍS, en noviembre de 1993, no sucedió nada malo. Animadas Por ello decidieron acudir al País Vasco, al programa de televisión de Urrusolo. Y salió bien. Tan bien que cuando Urrusolo les pidió que fueran a Rifi-rafe, ellas aceptaron. Fue un error: resultó ser un circo, chillón y escandaloso. Las enfrentaron con unos energúmenos rematadamente reaccionarios, y ellas, novatas en el medio, perdieron los papeles.
A partir de ese día, el bar empezó a vaciarse poco a poco. Se quedaron tan solas que a los tres meses tuvieron que cerrar. Luego se enteraron de que en el barrio las llamaban los machos. Deben varios millones de pesetas y Manoli se ha tenido que ir al pueblo con su madre, mientras Ana prepara oposiciones, en Murcia: si las saca podrán volver a vivir juntas. En fin, no es más que una pequeña historia. Un relato de oscuridad e intolerancia. En Madrid y a finales del siglo XX.
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