El Wolfsburg mantiene la tradición
Equipos de la Segunda División han llegado a las cuatro últimas finales de Copa en Alemania
La final de Copa entre el Real Madrid y el Castilla en 1980 forma parte del anecdotario del fútbol español. Se esperaba una versión holandesa este año cuando el Ajax colocó a su filial junto al primer equipo en los cuartos de final de la Copa, pero mordieron el polvo la misma tarde. La historia de casi todas las copas europeas incluye cuentos de hadas protagonizados por cenicientas de Segunda División que alcanzan la final y, como el Castilla, la siguiente edición de la Recopa.En Alemania, sin embargo, la proeza ha perdido su etiqueta de accidental. Equipos de la Segunda División han llegado a las cuatro últimas finales de la Copa. Inició la serie el Hannover 96, que al empatar a cero con el Borussia Moenchengladbach y vencerle por 4-3 en la tanda de penaltis se convirtió en el primer equipo de Segunda Diviion que levantaba la Copa desde hacía 22 años. En la Recopa, la perversa fortuna lo emparejo con el Werder Bremen, campeón del torneo continental, y perdió la lucha fratricida por un 3-4 global.
Su heredero en la siguiente final de la Copa ni se ajustaba a la definición de un equipo de Segunda. Llegó el conjunto aficionado de un club de Segunda División, el Hertha de Berlín, para perder (0-1) ante el Bayer Leverkusen.
La temporada pasada embelleció el guión el Rot-Weiss Essen, que, tras enfrentarse con otro intruso -el Tennis Borussia de Berlín- en las semifinales, perdió la final por 1-3 ante el Werder Bremen. Lo pintoresco es que durante la temporada había sido expulsado de la Segunda División, condenado por sus malabarismos con la contabilidad para evitar la pérdida de su categoría profesional. Una año después milita en la Regionalliga West-Södwest.
El último de la segunda fila se llama VfL Wolfsburg, fundado en 1945 para representar a la población levantada por el régimen nazi en 1938, en una ciudad famosa por haber sido la cuna del escarabajo engendrado por la empresa Volkswagen. La separación de bienes en la posguerra la había convertido en una población casi fronteriza con la República Democrática Alemana y su papel en el fútbol también ha sido periférico. Jamás ha jugado en la Primera División.
Se consideraba un trámite el viaje a Colonia para disputar la semifinal contra un conjunto de Primera que llevaba 12 partidos invicto mientras el Wolfsburg parecía conforme luchando contra sus demonios internos. Bajo la batuta de Eckhard Krautzen había puesto cimientos capaces de soportar un ascenso a la Primera División -es segundo, tras el Waldhof Mannheim de Uli Stielike-, pero cuando cayó por 6-0 en el campo del Hansa Rostock, la despedida del técnico se debió, según la vox pópuli, a maquinaciones en el interior del vestuario.
Krautzen estuvo en la tribuna del Colonia para presenciar la semifinal de Copa, pero si se planteaba ver cómo el gigante aplastaba a los del escarabajo, debió de quedar boquiabierto ante el inteligente planteamiento de su heredero Gerd Roggensack y el solitario gol de Siegfried Reich, cuyo apellido ha permitido toda clase de juego en la prensa alemana.El 1 -0 mantiene la loca tradición alemana y lo convierte teóricamente en carne de cañón para el Borussia Moenchengladbach en la final del día 24 de junio en Berlín. Seis días antes, cierra su campaña liguera en el mismo escenario ante el Hertha y su capitán, Claus-Dieter Wöllitz, no admite dudas: "Aseguraremos el ascenso en el Olympiastadion y allí ganaremos también la Copa". En Alemania abundan los cuentos de hada, pero pocos tienen final feliz.
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