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Crítica:SEMANA EN POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Flechas' babuinos y 'marijuaneros'

Los Flechazos volvieron a abarrotar esta semana una sala en Madrid, lo cual, tal y como están las cosas, no es ninguna tontería. Teloneados por otra joven banda de tintes mods, La Ruta, que con un solo álbum en la calle demuestran conocer muy bien el vertiginoso terreno por el que pisan, los veteranos músicos leoneses impartieron una extensa lección de pop, soul y herencia de la mejor música de los sesenta. Todo ello en castellano.Es como si Alejandro, Elena y compañía se hubieran empeñado en retratar lo que hubiera podido haber sido el pop español de la década prodigiosa, si aquí las cosas hubieran transcurrido como es debido. Incendiarias sus interpretaciones de temas como Queda mucho por andar, No hay solución, Miedo a volar o Viviendo en la era pop. El sonido de los flechas empieza a ser como el buen coñá que con los años -seis álbumes ya- coge aroma, sabor y se revaloriza.

Atención a The Stupid Baboons, un jovencísimo quinteto madrileño que transita por la senda de los, Crawdaddys y que cuenta con uno de los cantantes más carismáticos y especiales de última hora: David Lorenzo. El director de este grupo prácticamente novel echa chispas y promete de. veras revolucionar el gallinero, a base de sudor, diversión y un repertorio propio, que -¡y dale!- ganaría horrores si fuese interpretado en la lengua de Cervantes.

A propósito del tema, vamos pensando que éste, y no otro, es el verdadero reto del rock español. Su asignatura pendiente desde siempre y hasta no sabemos cuándo.

'Slang' británico

Desde Inglaterra llegaron Bush -nada que ver con George, el ex presidente norteamericano, y sí con marihuana en slang británico- Este intensísimo y caluroso cuarteto ha destacado ya por sus ventas en un país como Estados Unidos, casi 800.000 copias de su primer disco, y por su tremendo parecido con el grupo Nirvana.

La fuerza desplegada por su cantante, Robin Rossdale, y un sonido sin concesiones hacen pensar que estos ingleses, que hubieran sido felices de haber nacido en la tan de moda Seattle., van a pegar un sonoro e inminente campanazo. Crudas guitarras, una dura base rítmica y un rosario de canciones en las que hay lugar para la ironía, la reflexión e, incluso, la desesperación, son sus determinantes poderes.

Por contra, la monotonía intrínseca a la obra de los hijos bastardos de Kurt Cobain, del que esta semana se ha cumplido un años de su muerte, da a sus conciertos un tono ciertamente soseras. De poquitas sorpresas, vaya. Esperemos que, en un futuro próximo, se animen, porque malos no son. El problema que arrastran es que son un pelín aburridos.

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