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Ducha de pitos para los políticos al colocar la primera piedra de la futura Asamblea

Javier Casqueiro

Las agendas de los políticos encontraron un hueco y se taponaron de silbidos. Todos los que son o esperan ser algo en el escenario institucional de la capital o la Comunidad se personaron ayer en Madrid Sur, Vallecas, para testimoniar su apoyo a la futura sede de la Asamblea de Madrid en este ensanche de la ciudad. El acto pretendía dar fe de la colocación de la primera piedra de este edificio simbólico. Se preveía una ocasión alegre, al menos para el presidente del Parlamento, Pedro Díez, de IU, que abandona la primera fila de la política. No lo fue. Dos asociaciones de vecinos de la zona, a la espera de pisos públicos del Ayuntamiento donde ser realojados, aguaron la fiesta con sus pitidos, gritos y demandas. Los candidatos Alberto Ruiz Gallardón, PP, y Joaquín Leguina, PSOE, se les acercaron para aplacarles. También Díez. De nada sirvió. Sólo el ex alcalde socialista Juan Barranco, vallecano de pro, salió indemne.PASA A LA PÁGINA 5

Todos los vecinos de Vallecas se felicitan por la Asamblea

VIENE DE LA PÁGINA 1Las protestas no deslucieron el acto de colocación de la primera piedra, los periódicos del día y una medalla en el primer cimiento de la futura Asamblea. Aportaron el toque reivindicativo.

Flanqueando el pasillo abierto para las autoridades se agruparon tres bloques de vecinos. Los más combativos, junto a la entrada y un poco más apartados, se demostraron unos 200 de la Asociación de Vecinos de San Diego, del distrito de Puente de Vallecas, que pedían "¡Realojo ya!". Esperan hace años ocupar unos pisos de la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV), del Ayuntamiento, levantados en colaboración con el Instituto de la Vivienda, de la Comunidad. No ha sido así por un problema de presupuesto de la EMV.

Enfrente de estos vecinos acalorados, se mostraban agradecidos otro centenar de miembros de la Asociación de Vecinos de Palomeras: "¡Palomeras Bajas os saludan! ¡Gracias por elegir este barrio!". Sin embargo, cada aparición de un coche oficial -y fueron muchos- se celebraba con un concierto de reproches.

Por un megáfono se espetó: ¡Toma nota Gallardón de lo que estás escuchando!". El candidato del PP no pudo contener su instinto popular y se acercó a los concentrados. Les cogió el teléfono y fijó una cita. Luego precisó que el problema no era municipal porque estos asuntos implican a las dos administraciones. Leguina, obligado a seguir su estela, ni oyó lo que le gritaban. Sí matizó que el incumplimiento era municipal. El alcalde llegó en ese momento y arreciaron las protestas. Él. interpretó que fueron menos los que le pitaron que los que le aplaudieron. Dijo que escucha mal a los que chillan. Pero surgió Barranco y los vecinos se calmaron: "Barranco sí, Manzano no".

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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