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GOLF MASTERS DE AUGUSTA

Olazábal marca el camino y se situa líder

El vasco deleita de nuevo, Jiménez se sitúa entre los mejores y Ballesteros flojea

Carlos Arribas

José María Olazábal jugó como los ángeles lo harían si supieran lo que es el golf y comenzó con brillantez a defender el Masters. Las penas y los dolores pasaron al olvido nada más pisar el suelo de Augusta. Las presiones se evaporaron y la jovialidad tomó el relevo. Hasta una hora antes de comenzar a jugar, el vasco estuvo bromeando en la casa club. El prodigioso juego desarrollado el año pasado no pesó, sino que hizo de trampolín a un jugador que cojeaba. Olazábal aprovechó, además, para renovar su idilio con el hoyo 15, ese par 5 con un lago delante que el año pasado le dio el Masters. En la siguiente ronda que disputaba repitió el eagle. Un -2 que le sirvió para elevar su cuenta negativa a -6, ocho golpes menos que en su primera ronda de 1994. A eso se llama marcar el camino a seguir. Indicar a los demás lo que tienen que hacer si quieren destronarle. O sea, meter presión a los que se creen que esto es coser y cantar. Y los pretendientes comenzaron a temblar.Por ejemplo, el joven Phil Mickelson, que marchaba destacado con -7 oyó el estruendo y en su siguiente golpe hizo bogey. Tras la primera jornada Olazábal, MickeIson y el surafricano David Frost (el hombre sorpresa) compartían el liderato, con un golpe de ventaja sobre el inmortal Oso Dorado, Jack Nicklaus. La lluvia, que cayó mansamente, ayudó a que fuera un día pródigo en buenos resultados: los greenes se ablandaron y permitieron mejores golpes de aproximación.

CLASIFICACIÓN

1. Olazábal, Mickeison, Frost, 66 golpes (-6). 4. Niálaus, Gilford, Pavin, 67 (-5). 7. Beck y O'Meara, 68 (-4). 9. Hotch, Irwin, Edwards, Janzen y Love, Woosnam, Grady, 69 (-3). 16. Faldo, 70 (-2). 24. Jiménez, Langer, Couples, Montgomerie, 71 (-1). 34. Els, Woods, 72 (par). 43. Norman, Watson, 73 (+1). 60. Ballesteros, Lyle, Daly, 75 (+ 3).

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"No sé cómo lo he hecho"

Cuando embocó el eagle en la cuarta ronda de 1994 la reacción de Olazábal fue la de alguien que de repente ve cómo se le quita una losa de encima. Fue una explosión de energía.

Antes sabía que podía ganar un Masters y después supo que ya lo había ganado. La reacción de ayer muestra la diferencia. En su segundo golpe, larguísimo, se pasó de green y se fue tras un talud. Torció el morro. Tendría que echar mano de su talento, una de esas variables que no se pueden medir estadísticamente y que, por tanto, no tuvieron en cuenta los intermediarios de las apuestas.

Juego inmaculado

Agarró talento y el hierro 7, un palo casi plano. Tiró hacia arriba con suavidad y hacia el hoyo, situado a unos siete metros. La bola botó lo mínimo en el borde del green y como imantada siguió recta. Chocó con el asta de la badera y se coló por el agujero. Olazábal resolvió el problema y entonces, mostró su nueva cara: "No sé lo que me pasa, pero hoy me entran todas". Tanta incredulidad del Olazábal era porque en el hoyo 12 también había embocado un chip desde fuera del green. El resto había sido cuatro birdies y 10 pares. Inmaculado.

Severiano Ballesteros fue todo lo contrario. Cuatro bogeys, un doble bogey y tres birdies adornaron una tarjeta de 75 golpes (+3), a nueve de Olazábal. El cántabro, que confesó que llegaba en mejor forma que en los últimos años, también reconoció que no sabía lo que le había pasado. "No me han salido las cosas. No he estado bien. He ido como he podido y he terminado como he podido". Y de ahí no le sacaba nadie, aunque también" vio el lado positivo de su jornada. "Por lo menos he aguantado una pésima primera vuelta gracias a mi espíritu de combatividad. Y también, la verdad, es que me ha tocado el peor tiempo, cuando más llovía".

"Yo, siempre a bandera". Y con este lema colgando de su bolsa el malagueño Miguel Ángel Jiménez se lanzó, en su primer Masters, a destripar el venerable Augusta National Golf Club bajo la lluvia que por fin hizo caso a los pronosticadores. "Es el pecado de los inexpertos", decían los agoreros. "Ya chocara con la dura realidad de Augusta". Jiménez, Juan Sin Miedo, chocó, pero no salió malparado. Planteó el choque táctico entre su estilo y el que exige el campo como sólo sabe, de frente. Acabó su primera jornada en el grande más grande derrotando al campo, con 71 golpes (-1).

Llegó a Augusta para soñar y disfrutar y eso es lo que hizo ayer. "Quien tiene miedo de hacer un bogey nunca hace un birdie", es otra de las frases del ideario golfistico del malagueño. Jiménez se dio antes de bruces con el bogey, algo casi lógico pues su afán por la bandera hacía que casi nunca llegara al green con posibilidad de birdie. Fue en el hoyo 5. Y allí se enfadó. Sentía que estaba jugando bien, que le daba fuerte a la bola y esta caía donde él quería, pero que el marcador no respiraba de la misma manera. Fue un enfado pasajero, Tres hoyos más allá, en el 8 (par cinco), hizó el primero de sus tres birdies. El resultado comenzaba a darle la razón.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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