"No sé cómo lo he hecho"

José María Olazábal, que ayer su hizo su mejor ronda en sus nueve participaciones en el Masters, ya conoce bien la sala de prensa de Augusta, un sitio reservado sólo para los grandes. O sea, que llega a ese estrado y se siente a sus anchas. Y, como ayer, bro mea con los periodistas. Por ejemplo, harto de que le pregunten si la cojera producto de una operación en el pie izquierdo le molesta, responde sin inmutarse: "¿Por qué me va a molestar? Ni que golpeara a la bola con el pie. No soy futbolista". Unas cuantas risas de la asistencia y el buen. ambiente está servido. Un buen ambiente, muy alejado de la seriedad del entorno, que acompaña al golfista vasco como un aura. Y que él promete que continuará: "Voy a seguir disfrutando pase lo que pase". La llamada maldición del ganador está muy lejos. Como dicen en su entorno:' "Por lo menos, parece que sí que pasará el corte".Olazábal jugó como esos que hagan lo que hagan les sale bien la cuestión. En el hoyo 2 su pelota se iba fuera de la calle hacia un grupo de enebros pero milagrosamente golpeó en la copa de uno y volvió a buen terreno. En el 9, salvó un par que parecía imposible. Y luego llegó su racha de chips. 'Uno en el 12 que le valió un birdie y el del eagle del 15. "No sé cómo lo he hecho", dice el vasco, reconociendo la influencia de la suerte. Y es que muy pocos entre los sesudos especialistas del golf podían entender que en los últimos nueve hoyos hubiera dado con el putt 12 golpes, y acabara con -5. Eso, además de contar, como todos los jugadores, con la ayuda de la lluvia. "Sí, con el campo más blando todo ha sido mucho más fácil".

Junto a Olazábal jugó el hombre más seguido por la prensa local, el Tigre Woods, un aficionado que a los 19 años juega su primer Masters. El Tigre demostró que no tiene miedo, que más bien le gusta asustar. Acabó al par del campo, seis por detrás de Olazábal, quien también hablé de él. "La pegaba tan alta el Tigre que perdía de vista la bola", fue el último comentario jocoso del vasco.