Gracias a todos
El pasado viernes 17 de marzo mi hija Andrea, de 22 meses, sufrió el fatal accidente de precipitarse al vacío a través de la terraza del salón, tras lo cual falleció 20 horas más tarde. En realidad murió en el suelo, tras el impacto de más de seis metros, pero los médicos del Samur que llegaron (en 10 minutos) se desvivieron por sacarla de la parada cardiorrespiratoria que sufría, cosa que consiguieron. Después la llevaron con toda celeridad al hospital infantil de La Paz. También he de reseñar que Andrea no ha muerto en realidad. Tuvimos, en esos momentos tan fuertes, la ilusión de que viviera en otros niños, por lo que su madre y yo autorizamos la donación de todos sus órganos, y, según tengo entendido, fueron cuatro los niños receptores en los cuales Andrea sigue viva. Desde aquí, suerte a todos ellos.
Queremos expresar públicamente nuestro sincero agradecimiento a estos médicos (Samur y La Paz: doctora jefa aquella tarde, no recuerdo el nombre; doctor Pedro de la Oliva, coordinadora de transplantes Amparo Ballesteros), al equipo de enfermeras, a todos ellos, pues supongo que se podrá hacer usted una idea de las esperanzas que los padres tienen en esos momentos, y la confianza que en esos momentos se deposita cuando están trabajando en esas circunstancias.
Después de ver a mi hija en la calle sin vida, o casi sin ella, un desmayo me hizo perder la consciencia, volviendo a la realidad no sé cuándo en brazos de un policía municipal jovencito, de no más de treinta años, que estaba llorando; me abrazó y consoló (no sabes, majete, hasta qué punto) diciéndome que él tenía también una criatura de la edad de Andrea (lo siento, pero no me acuerdo de tu número de placa, pero sabes que es a ti a quien me refiero). Más tarde, otra pareja de municipales, chico y chica, nos llevaron a La Paz detrás de mi hija con un tacto y amor inimaginables. Sus números de placas son: 1382.1 y 1603.2, y todos los coches, al menos tres, pertenecían al Grupo de Seguridad Cuatro. Acabo ya dándoles a todos las gracias infinitamente, en nombre de Olga, mi mujer, y en el mío propio, de todo corazón
¡Vaya labor la vuestra más humana y bonita! Dios os bendiga a todos...— María- Sánchez Sánchez. .
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