La guerra de ventas llega a las revistas voceadas por indigentes
La batalla entre medios elige un singular y nuevo campo de liza: los habitantes de la calle. Las revistas que los indigentes de París y Bruselas venden con éxito por la ciudad se importan en Madrid. Y con ellas llega la guerra comercial entre publicaciones voceadas por los sincasa. En octubre, numerosos madrileños sin hogar comenzaron a vender La Farola, que en París se llama Le Reverbére. A ella se suma este mes otra publicación similar, Macadam, también implantada en Francia y Bélgica.
El nombre de Macadam viene de un antiguo vocablo para designar un tipo de pavimento. Algo urbano, como los problemas de sus vendedores. El primer número, con 24 páginas, recoge iniciativas de empleo y ofrece un listado de organizaciones no gubernamentales... La tirada, para Madrid y Sevilla, es de 50.000 ejemplares, con periodicidad mensual.Esta publicación nació en Francia y Bélgica en mayo de 1993, mes y medio antes que su competidora. Sus promotores son periodistas, no personas sin techo, para quienes es compatible crear una empresa comercial según el esquema de la economía de mercado y mantener un objetivo social.
A partir de este mes, indigentes de Madrid y Sevilla la venderán a 250 pesetas, de las que 175 van a sus bolsillos (La Farola se vende a 200, y 150 son para el sintecho).
Martine Vanden Driessche, su directora, una antigua redactora de economía del diario Le Soir belga, asegura que se pretende crear un verdadero periódico hecho por profesionales, con contenidos de interés social y cuyos vendedores sean personas excluidas del mercado laboral. Sin publicidad ni subvenciones.
¿Se trata de un chollo, con mano de obra barata y sin cargas sociales? Vanden Driessche afirma que hasta ahora, en Francia y Bélgica, donde hay un número Fijo de 3.000 vendedores y otros 40 empleados de la organización, el dinero obtenido se ha reinvertido en infraestructura.
"En Francia hemos conseguido un régimen especial de Seguridad Social que pagamos a quienes venden cierto número de revistas", explica. Con la llegada de una nueva publicación, surge también la guerra, acompañada por descalificaciones. El mercado madrileño ya lo ha abierto La Farola. "Pero nosotros fuimos pioneros en Francia; de hecho, el impulsor de La Farola, Georges Mathis, fue vendedor de Macadam, aunque le retiramos el carné por revender revistas", asegura Vanden.
Por su parte, Georges Mathis acoge con desdén la llegada de competencia y acusa a Macadam de copiar su idea. "La Farola es una publicación hecha y vendida por la gente sin techo. En cambio, Macadam está realizado por periodistas profesionales, por burgueses, para, darse el gusto de hacer un periódico para pobres", afirma Mathis. Y acusa a sus oponentes de tener como objetivo ganar dinero. Añade que Macadam es "muy próximo a los socialistas" en los países donde está presente.
Mientras los promotores discuten, los vendedores se fijan en un hecho innegable: por solidaridad, caridad o curiosidad los madrileños compran estas revistas y ellos consiguen unos ingresos sin mendigar.
En la sede de La Farola en Madrid, los sintecho se toman con aparente despreocupación la llegada de Macadam. "Bienvenida sea, porque no damos abasto" aseguran. "Como intentamos garantizar un mínimo de revistas a los vendedores, hay veces que nos llega gente nueva y le tenemos que decir que espere", explican.
Por competencia o por renovación natural, el nuevo número de La Farola, el 8, presentará cambios: un formato distinto y más páginas.
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