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Una joven, que ocultó su embarazo por "vergüenza" descubierta cuando paría en el baño de su casa

Jan Martínez Ahrens

Una soltera de 22 años, vecina de Coslada (79.000 habitantes), que ocultó por "vergüenza" su embarazo, fue descubierta el pasado 22 marzo cuando paria a solas y sin ayuda médica en el cuarto de baño de la casa de sus padres, según corroboraron fuentes cercas al caso y la propia mujer. La sorpresa llegó de madrugada. El llanto del recién nacido alertó al hermano, quien al entrar en el aseo se topó con una inesperada imagen. Su hermana sostenía en brazos al recién nacido. Aún les unía el cordón umbilical. Nadie conocia su embarazo. La mujer, con hemorragia, e trasladada por sus padres- progenitor trabaja de limpiador en una fábrica y la madre ama de casa- hasta el servicio de urgencia del Insalud, donde le prestaron las primeras atenciones médicas. De este centro fue llevada en ambulancia, acompañada por su madre, al hospital Santa Cristina. Allí ingresó en la unidad de cuidados Intensivos. La placenta aún permanecía en su interior.

Puro silencio

Tres días guardó cama en el hospital. "Como cualquier madre", afirma ahora esta joven camarera, que se confiesa tímida y que niega haber ocultado su embarazo por la presión del entorno. "Simplemente, es que no me atrevía". ¿Ni siquiera con su madre? "Muchas veces quise decírselo, pero cuando llegaba el momento, me callaba. Era pura vergüenza". Tanta vergüenza que durante toda la gestación nunca visitó al ginecólogo.

La mujer, cuyo discurso nutre una convicción -"nunca quise abortar"-, recuerda que durante los nueve meses de gestación escondió con ropa ancha su embarazo. "Tuve muy poca barriga", indica, en un testimonio confirmado por fuentes cercanas al caso.

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Noches frías

La joven, que estudió "jardín de infancia", asegura que las dudas sobre su embarazo se disiparon a los cuatro meses. No fue por medios farmacológicos. "Lo supe por la menstruación y por el bulto", dice con voz seca. Después, pasó a conocer la soledad, el frío de las noches y los dolores. "Me levantaba y acostaba. Muchas veces no podía dormir". La casa de sus padres, donde vivía con su hermano, fue testigo de este ocaso diario.

El proceso llegó a su fin el pasado 22 de marzo, miércoles. A las cuatro de la madrugada, rompió aguas y se metió en el cuarto de baño. No sufrió grandes dolores. Sólo miedo. "Estaba asustada, pero todo fue bien", comenta la joven.

Los padres respondieron, según el relato de la hija, con sorpresa y, posteriormente, con calor. "Cuando se les fue el susto, lo comprendieron", señala.

Esta madre soltera, para quien el matrimonio no entra en sus cálculos, descansa ahora en la casa familiar de la localidad. Aconseja a quien sufra una situación parecida que se "haga una revisión".

Sobre su largo silencio, calla, piensa y sentencia: "Tampoco es tan malo". El hijo de su vergüenza es gritón, de ojos oscuros y pesa 3,5 kilos. Uno más que al nacer.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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