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Los cerilleros reclaman al alcalde los quioscos que prometió

Más de doscientos vendedores legales de frutos secos, golosinas, cerillas o tabaco siguen montando y desmontando diariamente sus tenderetes en las calles de Madrid. Reclaman el quiosco estable que, consideran, el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, les prometió por escrito hace un año, tiempo después de que el pleno municipal homologara un modelo de puesto de venta callejero.La Asociación Madrileña de Cerilleros en la Vía Pública, fundada el año pasado y que agrupa a 40 familias, tiene, de momento, esa reivindicación que justifica su existencia: un puesto permanente que les refugie del frío, de la lluvia y de los cacos; "un quiosco como el de los vendedores de prensa o el de las floristería", suspira Pablo Martínez, el secretario de la asociación.

Pero dos hechos contradictorios adornan su problema con el rictus de la ironía: mientras el Ayuntamiento ya homologó hace dos años un modelo de quiosco permanente para la venta de tabaco, la ordenanza municipal que regula la venta en la vía pública sigue dictando que sus tenderetes tienen que ser desmontables. Los cerilleros han reclamado reiteradamente al Ayuntamiento que modifique estas normas para poder adquirir un quiosco permanente y legal.

Tras una reunión mantenida con uno de los colaboradores de Álvarez del Manzano, éste respondió hace un año (16 de febrero de 1994) a la asociación: "Espero que pronto puedan trabajar con mayor comodidad en los quioscos cuya homologación aprobó el pleno del Ayuntamiento el 27 de enero del pasado año

[1993], o en cualquier otra instalación también debidamente homologada, con lo que las calles de nuestro querido Madrid ofrecerán un aspecto más estético, y los ciudadanos estarán mejor atendidos", se decía en uno de los párrafos de la misiva.

Puestos de lotería

Rafael Calvo, jefe del departamento municipal de Mobiliario Urbano, aclara que el quiosco en cuestión -al que hacía referencia el alcalde en su carta- sólo se ha homologado para un caso concreto: el de los aproximadamente cuarenta vendedores de tabaco y lotería que ya disponen de un antiguo puesto, los populares quioscos callejeros de ladrillo con acabado que semeja el mármol. "Estos quiosqueros disfrutan de una antigua concesión administrativa que se otorgó por concurso público".

"Sin embargo, los vendedores de la vía pública funcionan con una licencia de la junta municipal de distrito correspondiente", explica Calvo. "Sólo podemos homologar elementos urbanos para actividades permitidas por una ordenanza municipal", justifica, "no podemos, por ejemplo, dar el visto bueno para un quiosco de venta de corbatas". Mientras, los cerilleros siguen trabajando en las mismas condiciones, pues, aseguran, todavía no han recibido respuesta de ninguna dependencia municipal.

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