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Reportaje:

Un salvavidas llamado Al Gore

Lo único que se lamenta de los consejos del vicepresidente es que no siempre hayan sido escuchados por Clinton

Antonio Caño

Si hubiera que mencionar un solo apartado de éxito de la actual Administración norteamericana, uno solo, ése sería la vicepresidencia ejercida hasta ahora por Al Gore. Éste ha puesto muchas veces orden y resolución donde Bill Clinton tenía improvisación y dudas. Ha intuido la dirección correcta del Gobierno, y suele advertir a tiempo de los errores. "Es evidente que es uno de los más cercanos asesores del presidente" afirma Steve Hess, de Brookings Institution.

Su influencia sobre Clinton, con quien forma un equipo sin fisuras aparentes, lo ha convertido en uno de los vicepresidentes con más poder real de los últimos años. Hasta el punto de que muchos comentaristas lo ven anticipadamente como la. solución demócrata para las elecciones de 1996, posibilidad que Al Gore rechaza tajantemente. Lo único que unánimemente se lamenta del consejo de Gore es que no siempre haya sido escuchado. Fue Al Gore quien pidió un acto de firmeza en Haití. Fue Gore quien condujo las negociaciones secretas, que concluyeron en la desnuclearización de Ucrania y Kazajstán, y quien creó, con la ayuda del primer ministro Víktor Chernomirdin, el vínculo más eficaz y productivo con Rusia. Gore fue el contacto de Jimmy Carter en su misión de, paz en Corea del Norte, y él fue también el defensor de la política. de bombardeos aéreos sobre los serbios.

Clinton ha utilizado a Gore para convocar la Cumbre de las Américas y Rara reanimar el proceso de paz en Oriente Próximo. Su debate con Ross Perot en televisión fue determinante para la victoria del Tratado, de Libre Comercio (TLC) con México. El mes próximo cubrirá la ausencia de Clinton en las celebraciones europeas de la victoria contra el nazismo y presidirá la delegación de Estados Unidos en la conferencia del Tratado de No Proliferación Nuclear, en este momento una prioridad de la política exterior norteamericana.

En política interior, su labor ha sido todavía más meritoria, A Gore se atribuye la decisión de reemplazar a Mack McLarty por Leon Panetta como jefe de gabinete de la Casa Blanca para poner fin a la anarquía que dominaba el trabajo de la presidencia. Gore es el autor del programa Reinventando el Gobierno, que es el de mayor éxito de la Administración, el que más se acerca a las demandas ciudadanas que le dieron a los republicanos la mayoría en el Congreso y el que mejor perfila a Clinton como un demócrata centrista.Al Gore se ha esforzado siempre a veces sin éxito, por mantener al presidente fiel a la etiqueta de "nuevo demócrata" que lo lle'vó a la victoria en 1992. Por eso propuso apostar más por la reforma del welfare (beneficencia pública) y de la affirmative action (discriminación positiva) -dos reivindicaciones conservadoras- que por la reforma sanitaria. Nunca respaldé la incorporación de homosexuales al Ejército ni se implicó en el programa sobre la salud conducido por Hillary Clinton, quien tampoco aprovechó la experiencia de Gore en el Capitolio para buscar aliados en el Congreso.Aunque procedente del Estado de Tennessee, la vida de Gore está íntimamente ligada al mundo político de Washington, donde su padre sirvió más de 30 años como representante y senador. El propio Al Gore estaba ya sentado en la Cámara Alta cuando presentó por primera vez su candidatura a la presidencia con menos de 40 años.

Cuando Clinton lo eligió como su compañero de lista, daba la impresión de que había escogidó a su perfecta réplica. Sólo 19 meses más joven que Clinton y sureño como él, Gore no parecía ser el contrapunto que Gore será tradicionalmemte se busca en los tickets presidenciales. Sin embargo en buena medida lo era: experto en el manejo del Gobierno y la política exterior, ex combatiente de Vietnam y feliz cabeza de una familia de intachable fama.La vicepresidencia de Al Gore era, en realidad, su segunda apuesta por la presidencia. Todos los vicepresidentes de los últimos 40 años, excepto dos, han sido después los candidatos designados por sus partidos para la. Casa Blanca, y cuatro de ellos han llegado a ser presidentes. Gore espera también. su oportunidad, pero para el 2000, cuando tendrá sólo 52 años.

Tras la victoria republicana en las elecciones legislativas de noviembre, la especulación sobre la alternativa Gore para 1996 se hizo clamor en Washington. Leon Weiseltier escribió en The New Republic: "Al Gore es demasiado bueno para desperdiciarlo con Bill Clinton". Gore reaccionó inmediatamente para declarar a The New York Times: "Todo lo que yo hago tiene como fin ayudar al presidente a ser el mejor presidente posible".Estas tensiones no parecen haber afectado a las relaciones entre los dos. "Gore sabe cómo aconsejar, y Clinton sabe cómo recibir esos consejos", afirma Steve Hess.Al Gore será también una pieza fundamental en los esfuerzos de Clinton por la reelección. Mientras Clinton trata de reconstruir la base tradicional del electorado demócrata con su defensa de los pobres, las mujeres y la clase media, Al Gore busca un nuevo electorado con su agenda de ecología, nuevas tecnologías y reforma del aparato del Estado. Su comparecencia en el famoso programa de David Letterman, en el que rompió un cenicero a martillazos como expresión de la contundencia con que quería emplearse contra el exceso de burocracia, fue uno de los mensajes más claros enviados por esta Administración en más de dos años.Es posible que las virtudes de Al Gore hayan destacado más entre los numerosos errores de la, Administración o en comparación con su antecesor. Pero, como él mismo ha confesado, lo que está claro es que Al Gore no se ha conformado con ser un vicepresidente para cortar cintas y asistir a funerales.

Gore será una pieza clave en los esfuerzos de reelección del presidente

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