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FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

Barça y Valencia se pierden en el laberinto

La grada del Camp Nou se mostró muy alterada por la situación azulgrana

El Barcelona dio síntomas de inanición ante un Valencia in dulgente. La escasez y la penuria del, Barcelona le hacen vivir al día, pendienite de lo que dé de sí el caracter indomable de un equipo cada vez más previsible y estajanovista para hurgar en las miserias del rival. Su situación de provisionalidad es cada vez más patente y ayer fue re forzada por el ambiente confuso y dividido que reinó en una gradá entregada al cotejo de la opinión sobre la crisis abierta durante la última semana. Importaba más saber si se estaba de lado de Cruyff o del de Stoichkov que por dónde podía nacer un posible gol a Zubizarreta. El Valencia exhibió un sistema granítico, 4-4-2, pero muy fiado a su fortaleza defensiva y muy timorato para sacar le todo el jugo a su caudal ofen sivo y a la confusión instalada en el Camp Nou.El culé asiste atónito a la imparable descapitalización de su equipo. Ya no está Romario. Ayer tampoco estaba Stoichkov, enfermo y sancionado por su entrenador. No tiene dónde agarrarse el equipo azulgrana. Sus caminos hacia el gol se han convertido en laberintos infinitos. Es capaz de mantener cierto dominio, de crear incluso un rosario de ocasiones y de armar un esquema compacto, pero no dispone del tipo capaz de darle sentido a su discurso. Sus oportunidades llegan, pero de una forma o bien previsible o bien desesperada. Zubizarreta tuvo tiempo para hacer la postura o simplemente para actuar de oficio. Jamás los forasteros han jugado con tanta comodidad en el Camp Nou. El Valencia se meció en el empalago de un resultado meritorio en tan gran escenario. Perdió por ello su sentido letal. Arrinconado y cohibido Mijatovic por la persecución implacable a la que le sometió Ferrer, quedó desactivado el equipo de Parreira. Salenko estrelló un balón en el palo en el minuto cinco y se fue lesionado sin apenas haberle dado tiempo a, sudar la camiseta. Penev le sustituyó pero no dio pie con bola, mientras que Fernando se mostró desacertado en sus irrupciones en el área de Busquets y Álvaro nunca estuvo en posición de remate.

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Cruyff repitió su apego a los valores más contrastados con la misma alineación que perdió en París y el cambio, obligado, de Korneiev por Stoichkov. Eusebio ejerció de distribuidor sin la brillantez del todavía lesionado Guardiola, y Korneiev y Hagi buscaron con reiteración a Begiristain incrustado en la defensa valencianista. Nadal empezó cuidando del marcaje de Fernando, y Sergi del de Salenko. Este esquema, pese a los cambios posicionales -Nadal y Sergi, Hagi y Korneiev, y Bakero y Begiristain se relevaron en varias ocasiones-, fue de fácil digestión para el Valencia. Ni una sola vez chutó entre los tres palos el Barcelona durante todo el primer tiempo. Cargó con reiteración su juego sobre la banda derecha, en la que Korneiev gozó con el marcaje a distancia de Romero. Pero el ruso no acabó sus jugadas más que con centros digeridos con absoluta facilidad por la defensa valencianista.

La mejor ocasión del primer tiempo partió de una jugada rutinaria, con saque de puerta de Zubizarreta, semifallo en el despeje de Sergi y balón franco que Salenko estrelló en la base del poste derecho de Busquets. Pero el Valencia prefirió esperar al Barcelona en su terreno a la espera de un contragolpe letal.

El Barcelona buscó una vía alternativa y desesperada, el disparo desde larga distancia y en situaciones poco propicias. Hagi (m. 46 y 52), Korneiev (m.50) y Koeman, en una falta (m. 58), pusieron a prueba a Zubizarreta. Pero además denunciaron la absoluta imposibilidad de los suyos de ganar más metros y dar forma a alguna jugada que pudiera vaticinar una ocasión de gol más prometedora. La delantera azulgrana desembarcaba cada vez más lejos de las costas del guardameta internacional vasco. Cruyff prefirió no aumentar la división de opiniones de la grada y mantuvo a su hijo Jordi en el banquillo, mientras que recurría a José Mar¡ y Amor para reforzar el centro del campo. Pero nada cambió.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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