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Tal moscas

Julio Llamazares

Tomo prestado este párrafo a mi colega y vecino Antonio Muñoz Molina (Por el corazón de Madrid, El País Semanal, 18 de febrero): "En Vázquez de Mella y San Marcos, los fines de semana acampan grupos de adolescentes que se dedican a emborracharse de la forma más barata y más rápida. Compran en las tiendas cartones de vino malo y de zumo, lo vierten todo en una bolsa de plástico, la agitan, echan la mezcla en el cartón y se lo van pasando a la manera un poco ceremonial a la que antes se pasaban los porros (...). Es obvio que casi todos los borrachos, de ambos sexos, que se vuelcan vomitando sobre los coches o yacen con la cabeza hundida sobre el pecho, son menores de edad, pero no parece que ninguna autoridad se encargue del cumplimiento de la ley y de castigar a quienes la transgreden vendiendo alcohol a los adolescentes".Y añado yo, por mi parte: la escena que Antonio Muñoz Molina describe se repite en el centro de Madrid, y en los barrios universitarios, cada vez más impunemente y más temprano. A las nueve de la noche de cualquier viernes del año ya es posible ver a adolescentes vomitando por las esquinas o derribando papeleras y cubos de la basura a su paso. Escenas que desembocan muy a menudo en actos de vandalismo en cuanto la noche avanza (la gente mayor del centro ya ni siquiera se atreve a salir, a partir de cierta hora, esos días a la calle) y que dejan un rastro de muertos en accidentes automovilísticos o de moto cada nuevo fin de semana.

Ya sé que no todos los jóvenes son iguales. Sin duda los hay también que dedican los fines de semana a otras actividades o que, cuando se emborrachan, lo hacen con elegancia.

Pero lo que nadie puede negar, porque los datos no engañan, es que los jóvenes españoles, últimamente, caen como moscas en nuestras carreteras y semáforos los fines de semana, víctimas del alcohol y de su inconsciencia y de la indiferencia de quienes deberían ya a empezar a fijarse en las cifras de muertos y en sus edades.

Dicho sea con todos los respetos para quienes, jóvenes o no, se emborrachan conscientemente y sin meterse con nadie.

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