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La popularidad de Gingrich cae en picado tras el fracaso de sus reformas

Antonio Caño

La popularidad de Newt Gingrich, el presidente de la Cámara de ' Representantes y motor de la revolución conservadora, cae aceleradamente como consecuencia del fracaso de algunas de sus principales iniciativas y de las sospechas creadas por los demócratas sobre su comportamiento ético. Gingrich, que ha criticado a la prensa por prestarse a una campaña en contra de su persona, asegura que los ataques pro ceden del establecimiento izquierdista, que se resiste a perder sus privilegios. Una encuesta publicada ayer por el diario The Wall Street Journal en colaboración 'con la cadena NBC muestra que el promedio de desaprobación de Gingrich ha aumentado 11 puntos en los dos últimos meses, y que un 43% de los norteamericanos se expresa en contra del presidente de la Cámara de Representantes. Sólo un 37% le apoya, según el mismo sondeo, que ofrece mejores resultados para el presidente Bill Clinton.La encuesta refleja, según algunos comentaristas, el desgaste propio del personaje que ha ocupádo el centro del escenario político norteamericano desde las elecciones del pasado mes de noviembre y al que, por tanto, se atribuye la responsabilidad por los fallos del Contrato con América, el famoso programa legislativo republicano.

Votaciones

La baja popularidad de Gingrich puede ser también una muestra del carácter de este país, poco dado a revoluciones, ni de izquierdas ni de derechas. Y seguramente es también la prueba, de que -como le ocurrió a Clinton en su momento- ejecutar los cambios, a veces en contra de la opinión de otros poderes en Washington, es mucho más difícil que prometerlos.

Los líderes republicanos de la Cámara de Representantes tuvieron que posponer ayer hasta finales de, mes la votación sobre la enmienda constitucional para reducir los mandatos de los congresistas. Esa iniciativa ha chocado con los intereses de algunos representantes republicanos.

La pasada semana fue derrotada en el Senado otra propuesta de enmienda constitucional, para obligar al Gobierno a equilibrar el presupuesto mediante la reducción o eliminación de algunos programas sociales.

Los ataques de Gingrich contra los programas sociales heredados de los años sesenta han sido aprovechados por Clinton y los demócratas para caricaturizar al líder conservador como un desalmado enemigo de los pobres. Esta misma semana, después de que un comité de la Cámara de Representantes aprobara una ley que pone fin a las comidas gratuitas a los alumnos de colegios públicos, Gingrich tuvo que suspender un acto público en Washington porque un grupo de manifestantes, en contra de esa medida, ocuparon el local en el que debía hablar. Bill Clinton aprovechó la ocasión para acudir ayer a una escuela pública de Virginia para defender el programa de comidas gratuitas.

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