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BENJAMÍN NETANYAHU: LÍDER DEL LIKUD

"Con Yasir Arafat existe un estado de guerra"

Casi siempre, cuando se le hacen preguntas que podrían invitar a una polémica, el líder derechista israelí Benjamín Bibi Netanyahu se refugia en el argumento de que no conviene, sobre todo en la política, partir desde el terreno de las hipótesis. Pero cuando se le habla de la hipotética victoria del Likud en las elecciones del año próximo, afirma con una amplia sonrisa que ésa no es una hipótesis: es una certeza. Netanyahu está seguro de que vencerá en los comicios de 1996 y atribuye el retorno del Likud al poder a la frustración de los israelíes con el proceso de paz con los palestinos. Por ello capitaliza hábilmente los traspiés de ese proceso al cual ya ha extendido un certificado de defunción. "Con Jordania tenemos un proceso de paz. Con Yasir Arafat lo que existe es un estado de guerra", dice.Netanyahú ofrece estadísticas que demuestran que, a pesar del apretón de manos entre el primer ministro Isaac Rabin y Arafat en diciembre de 1993, la violencia en los territorios ocupados y dentro del mismo Israel ha aumentado considerablemente. "Desde entonces, 136 israelíes han muerto en incidentes violentos. Tres veces más que el promedio anual antes de ese acuerdo", asevera. "La OLP

[Organización para la Liberación de Palestina] ha violado los acuerdos firmados con Rabin en más de 300 ocasiones. Los acuerdos de Oslo son letra muerta. Gaza es una fábrica de terroristas".

Encuestas recientes ayudan a comprender el optimismo de este dirigente de 45 años cuya popularidad aumenta proporcionalmente a la frustración de un vasto sector de la sociedad israelí que desconfía de Rabin y de las verdaderas intenciones de Arafat, así como de su capacidad para contener las actividades de los grupos extremistas musulmanes, como Hamás y la Yihad Islámica.

Un sondeo reciente puso a Netanyahu 22 puntos por encima de Rabin, cuya efigie ha comenzado a aparecer en calles de Jerusalén y Tel Aviv con la cabeza cubierta con la kufiya palestina. Otros presentan su rostro como objetivo para el tiro al blanco. Los enemigos y adversarios de Rabin le acusan de tolerar el terrorismo árabe, que en diciembre pasado dejó un saldo de 21 israelíes muertos en Beit Lid en un ataque suicida de Hamás. La OLP condenó enérgicamente ese ataque, aunque sin convencer a muchos. En Israel nadie cree que Arafat sea capaz de poner freno a los integristas.

Sustituir Oslo y Washington

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Netanyahu dice que el Likud, una vez en el poder, tendrá que respetar los acuerdos del Gobierno precedente, pero es indudable que tiene varias ideas para "reorientar" sus objetivos. En la práctica, esto significa que Netanyahu probablemente se convertirá, en el abanderado de quienes. desean desmantelar el proceso de Oslo y recortar sustancialmente las aspiraciones nacionalistas de los palestinos de CisJordania. En suma, reemplazar los acuerdos de Washington y Oslo con una versión remozada de los acuerdos de Camp David sobre la base del principio de "paz a cambio de paz" y no "paz a cambio de territorio".

No es una perspectiva atractiva para los palestinos, pero a Netanyahu esto parece importarle poco. Por encima de todo, dice, está la cuestión de la seguridad israelí, un aspecto descuidado por Rabin y aprovechado por Arafat y los islamistas.

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