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K releva a Y al frente del Shin Beth

Designado el nuevo jefe del servicio secreto israelí

Nació en Jerusalén, está casado, tiene 44 años tres hijos y dos décadas de experiencia en el mundo del contraespionaje. Su padre fue juez. Todos en Israel conocen esos y otros aspectos de su biografía, pero, tradición obliga, su identidad no puede ser divulgada. Sólo su nombre en clave: K. Es el jefe del servicio secreto, el Shin Beth.Designado el domingo, K reemplaza a Y y comenzará el 1 de marzo su crucial misión al frente del Servicio General de Seguridad, título oficial del Shin Beth. K aterriza en la cúpula del controvertido sistema de seguridad de Israel en un ambiente de expectativa y desconfianza.

Dirigirá estrategias para aplastar a los extremistas islámicos del Hamás y Yihad Islámica, cuyos ataques suicidas han llevado al proceso de paz entre Israel y los palestinos al borde del abismo. "Otro ataque suicida como el de Beit Lid [22 de enero, 21 israelíes muertos] o el de la calle Dizengoff de Tel Aviv [19 de octubre, 22 israelíes muertos] y todo el proyecto de paz se hunde", comentó ayer un alto funcionario gubernamental.

En ese empeño, K va a tener que buscar la coordinación de los servicios secretos de la OLP de Yasir Arafat, también interesado en desbaratar las células extremistas musulmanas. Uno de los grandes objetivos de K es capturar al "ingeniero", nombre de, guerra del extremista palestino Yehya Ayash, buscado desde hace tres años, que adoctrina, entrena, Porra de explosivos y despacha a los kamikazes islámicos contra Israel. Otro será mejorar la imagen del Shin Beth, que lía sido acusado torturar palestinos y de fracasos como la incapacidad de, prever el estallido de la insurrección palestina en 1987.

Para veteranos analistas israelíes como Ehud Yaari, el Shin Beth no tiene otra alternativa que recurrir a la "información cooperativa" con los servicios de Arafat. Alon Pinkas, del Jerusalem Post, apunta que existen entre 70 y 100 palestinos dispuestos a misiones suicidas. Su conclusión es que, incluso, si el Shin Beth elimina al 99% de esa fuerza suicida, atentados cómo los que todavía estremecen a los israelíes pueden volver a ocurrir.

Lo que magnifica la dimensión del desafío de K es la abierta hostilidad de los extremistas judíos. Sectores ultrareligiosos y ultranacionalistas no han olvidado que K fue una de las figuras centrales del Shin Reth en su tenaz campaña contra las células clandestinas judías en los ochenta.

Elementos de la derecha israelí sospechan que K puede volver a la carga. El argumento que esgrimen en panfletos -en los que se menciona el supuesto nombre de K, dirección y número de teléfono-, es que no es el hombre adecuado: lejos de ser experto en la lucha contra el terrorismo árabe, es más bien un enemigo jurado del extremismo judío, activismo que los judíos radicales consideran, un imperativo religioso.

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