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TENIS

Los puntos oscuros del cese

La relación entre Eric y Conchita sólo fue excelente al principio, cuando la aragonesa todavía no era nadie en el contexto internacional. Cuando en 1987 entraron en contacto y comenzaron a entrenarse en Zúrich, la española pareció haber tocado el cielo. Pero en cuanto llegaron los primeros éxitos la relación entre ambos comenzó a virar de forma irrevocable.Exceso de dureza. Conchita no aceptó la dureza con que la trataba. Eric, cuyo nivel de exigencia era y es muy alto. Tal vez eso provocó que Conchita buscara otros apoyos y se creara un mundo paralelo de relaciones íntimas personales que siempre han mediatizado el trato entre el técnico y la jugadora.

Dos chicas. En el fondo, las dos rupturas más importantes entre ambos se han debido a dos chicas: Gabriela Castro y Gigi Fernández. Conchita decide. Pero, íntimamente, ha antepuesto su vida privada a la alta competición.

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En el filo de la navaja

Un cortocircuito. Su relación fuera de la pista hacía tiempo que no existía. "Hubiera preferido ser más amigo suyo. Las cosas habrían sido más fáciles", dice Eric. "Nunca salimos a cenar juntos. Cuando hay terceras personas, la relación con ella es dificil". Había un cortocircuito.

Aspecto económico. En este aspecto son muy distintos. "si volviera a empezar firmaría un contrato", dice ahora Van Harpen. "Cuando vine a vivir a Barcelona en 1992 ella me prometió, muchas cosas que después no cumplió. Eso me ocurrió las dos veces que volví con ella. Pero yo tenía tanta ilusión que la cuestión económica ni me preocupó".

El primer contrato. Este año, por primera vez, Eric insistió en firmar un contrato con exigencias económicas y técnicas. Conchita no lo aceptó. Sin embargo, eso, no le condenó. Su ejecución la firmó la puertorriqueña Gigi Fernández, que, por cierto, aún le debe dinero.

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