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Chirac empieza su carrera hacia el Elíseo con un ataque frontal al "inmovilismo" de Balladur

Enric González

Jacques Chirac se jugó ayer sus posibilidades de alcanzar la presidencia de Francia con un espectacular mitin en el que se situó claramente a la izquierda del otro candidato gaullista, el aún favorito y actual primer ministro, Édouard Balladur. A todo o nada. Chirac, rezagado en los sondeos, apostó por un programa social basado en la lucha contra el desempleo y la igualdad de oportunidades.Los ejes de su campaña quedaron claros: contra el "inmovilismo" de Balladur y la "deriva monárquica de las instituciones republicanas", el alcalde de París propuso un cambio radical.

Jacques Chirac, capaz de concitar devociones casi místicas y odios profundos, se arropó con casi 10.000 de sus fieles para presentar su programa presidencial. A diferencia del primer mitin de Balladur, más parecido a un té muy concurrido que a un acto político, el de Chirac fue un mitin pasional. Y a diferencia de Balladur, que predicó la reforma suave y defendió su propio balance tras casi dos años como primer ministro, el alcalde de París proclamó la necesidad de reformas drásticas en una "Francia que no funciona" y "ha dejado de reconocerse en su propia imagen".Todos sus asesores coincidían, antes del mitin programático, en que no habría más posibilidades de remontar el vuelo. Falló su prematuro arranque de campaña, falló su acto de unción por la Reagrupación para la República (RPR, el partido gaullista) y, hasta ayer, habían fallado todos los intentos de recortar la ventaja de Balladur en los sondeos.

El gran mitin de París era la última oportunidad de ganarse la atención del electorado. Y Chirac, que ya había mostrado intenciones de hacerse un hueco en el electorado progresista, apostó decididamente por la izquierda. La táctica de su campaña consistirá en enfrentarse directamente a uno de sus rivales, su antiguo amigo Édouard Balladur, con las armas de su otro rival, el socialista Lionel Jospin.

Donde Balladur, en su mitin, se rodeó de luces anaranjadas y de diez ministros, componiendo la imagen del poder, Chirac se rodeó de un coro de chicas negras y de una multitud entusiasta. "Los franceses están angustiados", afirmó, "la seguridad en el mañana se ha convertido en un privilegio", y eso "porque una casta replegada sobre sí misma monopoliza el poder" y "porque se han olvidado los valores fundacionales de la V República: la integración, la tolerancia, la igualdad de derechos y oportunidades, que no son valores de izquierda ni de derecha", dijo, "sino las bases de nuestro modelo social".

Como propuesta más innovadora, lanzó la idea de un contrato especial para los parados de larga duración, que estaría libre de cargas sociales y. fiscales y sería subvencionado durante un cierto período. También propuso una gran auditoría de las cuentas públicas, dirigida por el Parlamento. "Las finanzas deben estar al servicio del empleo", señaló, "y no al revés".

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El "capital especulativo"

Por si no quedaban las cosas claras, lanzó una diatriba contra el "capital especulativo" y contra quienes se escudaban en "las limitaciones impuestas por la competencia internacional" para justificar su inacción, en una referencia más a Balladur, al que no mencionó en ningún momento.

Jacques Chirac, infatigable perdedor en tres elecciones presidenciales (1974, ya en la primera vuelta; 1981 y 1988), ideológicamente volátil y humanamente entrañable, dos veces primer ministro y llama viva del gaullismo durante los 14 años de mandato de François Mitterrand, procuró subrayar continuamente el defecto generalmente atribuido a Balladur: la falta de coraje. El propio primer ministro tuvo que defenderse, en su mitin del día anterior, contra su imagen de pasividad, admitiendo con ello que las críticas de sus rivales empezaban a herirle.

Además de Jacques Chirac y del socialista Lionel Jospin, una cara nueva bien acogida de momento por el electorado, a Balladur le puede surgir algún otro rival dañino desde las filas del centrismo. El ex presidente Valéry Giscard d'Estaing aún no ha dicho si se presentará o no a las elecciones, pero ayer publicó un artículo durísimo contra el primer ministro en el que aseguraba, refiriéndose a Balladur, que "los franceses no respetan a quienes les siguen en lugar de conducirles".

Raymond Barre se mantiene también como incógnita. Uno y otro, especialmente Barre, podrían arrebatarle a Balladur una porción de su electorado centrista.

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