Caras nuevas para un rito viejo
El congreso de la Liga Norte, considerado por muchos como el funeral del movimiento que, al minar el poder de la extinta Democracia Cristiana, abrió la vía de la revolución judicial que ha cambiado el panorama político italiano, reprodujo ayer un rito de adhesión y entusiasmo bien conocido, pero en un ambiente cambiado.Del congreso de la Liga han desaparecido los abrigos de piel y los loden de los bien pensantes que, atraídos sobre todo por la revuelta fiscal del movimiento lombardo, siguieron al aventado jefe del partido lombardo, Umberto Bossi, hasta que el magnate y ex primer ministro Silvio Berlusconi decidió empuñar la bandera de un federalismo sin impuestos. El patio liguista es hoy de un sector del pueblo llano especialmente exaltado y aventurero.
Al rito se han incorporado el secretario general del Partido Democrático de la Izquierda (PDS, ex comunista), Massimo D'Alema, y dirigentes del Partido Popular Italiano (PPI, ex Democracia Cristiana). Ningún representante de la Forza Italia de Berlusconi ni de la Alianza Nacional de Fini asiste al congreso.
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