_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El oasis

Voy a dar, seguidamente, algunos ejemplos de lo que significa el llamado oasis catalán, recurrencia cíclica de la derecha autóctona y del establishment madrileño desde los tiempos de la República, para apaciguar el hambre y la sed de justicia. Así, en el oasis, goza, por ejemplo, el señor Jordi Vilajoana, nombrado director de TV-3 y medios afines. El señor Vilajoana fue, hace muy poco tiempo, el director de propaganda de Convergència, al servicio básicamente del señor Roca. El señor Vilajoana llega a TV-3 pocas semanas antes de que el señor Roca concurra a las municipales. El oasis chapotea y mira hacia otro lado.Otro del oasis: el señor Prenafeta. Mano derecha de Jordi Pujol durante muchos años. Ayer declaró ante el juez por asuntos relacionados con el caso De la Rosa. La cosmogonía del oasis pujolista ha conseguido hacer de Prenafeta un asunto interno. Un asunto de Prenafeta estrictamente. El aire cimbrea las palmeritas.

El oasis es, sobre todo, silencio. Y aquí el silencio se asegura, en especial, a través de la desaparición de los partidos políticos. Ahora en Catalunya hay, primeramente, un movimiento, uno y trino, donde mandan Jordi, Pujol y Soley; una oficina de atención al desconcertado -el Partido del Sosiego de Catalunya-; una vedette mediática que, como todas, alza la ceja y, pues, decide; hay, también, una melancolía sin mayor iniciativa; y, finalmente, un par de pepes que están a punto de hacer caer al único político que ha dado modernamente la derecha no nacionalista. Eso es todo y cristalino.

El oasis catalán no es un infundio. Es la expresión, máxima, contra todas las apariencias coyunturales, del mal endémico de Cataluña: la ausencia de poder. Donde hay poder no hay oasis. Otra cosa, muy otra, es que se viva de perlas, como se vive -lo sabemos desde Goethe- en toda villa espiritual que se precie.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_