Tú no puedes
La familia de una niña mongólica acusa a un gimnasio de discriminarla
Aihnoa López tiene seis años y padece el síndrome de Down. Hoy comienza a dar clases de sevillanas en un gimnasio de Alcalá de Henares (166.000 habitantes), después de que en otro llamado Alcalá 2000 la rechazaran el pasado martes por ser "demasiado pequeña", según los responsables del mismo. -Sonia López, hermana de la pequeña, asegura -como publicó La Información de Madrid- que la no admisión es una clara discriminación hacia su hermana por su retraso mental. En el gimnasio rechazan la acusación.La ilusión de Ainhoa es bailar, y por ello su madre, el pasado martes, decidió inscribirla en una clase de aerobic en el gimnasio Alcalá 2000. Allí le dijeron que no había ningún problema y que fuera esa misma tarde. Pagó la matrícula y el seguro: 4.500 pesetas en total. Llevó a su hija al centro para que comenzara las clases.
A la media hora, la profesora de aerobic comentó a la madre de Ainhoa que la cría era muy pequeña y que no podía seguir el ritmo del resto de la clase. Esto, unido a que la niña está operada en dos ocasiones "a corazón abierto", inclinó a los responsables del centro a trasladarla a clase de sevillanas, según Timoteo Gutiérrez, director del gimnasio.
Una vez efectuado el cambio, Ainhoa se aplicó en aprender a bailar y a tocar las castañuelas, pero al finalizar la clase, la profesora de sevillanas dio a su madre otra mala noticia. "En un curso todas tienen que llevar un ritmo igual, porque si no sería un desastre", argumentan en Alcalá 2000 para no admitir a la niña.
Para Sonia, la hermana de la mongólica, la actitud del gimnasio es discriminatoria. Sonia afirma que en el centro le dijeron que tendría que esperar a que se creara un grupo de niños de tres años para poder inscribir a Ainhoa. Esto no le suena biena a Sonia: dice que su hermana va a primero de EGB en un colegio con niños y niñas de su edad, donde cuenta con el apoyo de un equipo de profesionales que la ayudan varias veces a la semana.
La familia de Ainhoa posee un certificado médico en el que se asegura que el 33% de minusvalía puede equivaler a un año de retraso. "Esto no le impide aprender a tocar las castañuelas si se le enseña", dice Sonia, quien, sobre las operaciones de corazón de su hermana, dice que el médico les aconsejó que hiciera ejercicio.
Timoteo Gutiérrez responde afirmando que si la madre de la niña paga un dinero es para que Ainhoa aprenda y que esto no se podía hacer en el centro.
En el gimnasio tienen a otros alumnos con minusvalías, asegura el director del centro, quien concluye: "Si hubiésemos querido discriminarla no la hubiésemos admitido desde el principio".
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