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Jiang Zemin, en entredicho como 'timonel' de China

La pugna entre inmovilistas y renovadores protagoniza las primeras fases de la transición política que se avecina en China para el momento en que el anciano líder Deng Xiaoping, de 90 años, desaparezca de la escena. Su sucesor designado, el presidente Jiang Zemin, de 68 años, se enfrenta a crecientes ataques de los elementos de línea dura del partido comunista, que le califican de "capitalista", al tiempo que no acaba de alinearse con los liberales, que exigen una aceleración de las reformas económicas, la aceptación de las reglas del comercio internacional y la flexibilización de la política de derechos humanos y libertades.Jiang Zemin es todavía un líder poco experimentado, a diferencia de Deng Xiaoping, que condujo con mano maestra la primera fase del desmontaje del aparato político-económico del maoísmo, impulsó las reformas del sistema y estableció una relación estratégica y comercial fluida con EE UU.

Para algunos observadores, eso explica sus oscilaciones entre los puristas queje exigen poner fin a la "injerencia extranjera" en la política y la economía chinas y los reformistas que desean el desmantelamiento acelerado de la herencia económica del comunismo y la plena integración del gigantesco país asiático en las instituciones económicas y en los mercados internacionales.

Por el momento, Jiang Zemin no ha resuelto ninguna de las incógnitas que envuelven su capacidad de liderazgo tras la desaparición de Deng Xiaoping. La política china de derechos humanos aún despierta la repulsa de la comunidad internacional. El proteccionismo económico, el fraude comercial y una piratería económica de dimensiones colosales aíslan a China de los mercados mundiales.

La temprana victoria conseguida por Jiang al obtener la calificación comercial de nación más favorecida por parte de EE UU no ha sido aprovechada por Pekín, sino al contrario: la administración de Bill Clinton endurece por momentos su postura frente a China. Washington está a punto de imponer a Pekín las sanciones comerciales más duras de su historia y no ha cesado en sus presiones para que los dirigentes chinos revisen su política de derechos humanos. Por si fuera poco, Clinton ha rechazado desde septiembre pasado una invitación de Jiang para que visite China calculada para mejorar la imagen del designado sucesor de Deng.

Apuesta fallida

La apuesta político-económica, de Jiang Zemin ha sido, según los observadores, completamente fallida. El presidente chino y sus asesores calcularon que tanto Washington como Japón y Europa sacrificarían sus diferencias con Pekín en materias económicas y políticas en aras de la alianza estratégica con el coloso asiático y el acceso a un mercado de mil millones de personas. No ha sido así.

Un libro de reciente aparición, titulado Mirando a China a través del Tercer Ojo, molestó mucho a los líderes de Pekín y fue prohibido por lanzar un ataque directo a las reformas inicidas por Deng. Los autores del libro afirmaban que Ia reforma económica ha desencadenado fuerzas "volcánicas" de desigualdades sociales, y exceso de mano de obra, que podrían desembocar en rebeliones populares y desestabilizar el país.

Para un diplomático occidental en Pekín, "Ia cuestión crucial es si hay o no un debate en el seno de la dirección política china a propósito de las reformas y sus prioridades. Todo indica que China podría estar tomando un rumbo equivocado".

Ese rumbo equivocado, según el mismo diplomático, consistiría en entrar en la Organización Mundial del Comercio por la vía de suprimir el proteccionismo de los mercados interiores controlados por industrias estatales, acometer una reforma bancaria acelerada, reconocer la verdadera dimensión de su deuda y permitir que las empresas estatales que pierden dinero entren en bancarrota. Si esas medidas traen como consecuencia la pérdida de mercados, la caída de la producción, los despidos a gran escala y la inestabilidad social, las consecuencias para la jerarquía comunista podrían ser catastróficas.

En una reciente entrevista, la hija y biógrafa de Deng Xiaoping, Xiao Rong, se hizo eco de las dudas que despierta el presunto sucesor de su padre: "La verdadera cuestión", dijo, "no es si la salud de mi padre es buena o mala, sino si la gente que se ha hecho cargo de la dirección desde que él se retiró hace un buen trabajo o no".

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