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Reportaje:

Un Eurotúnel vulnerable al terrorismo

Un periódico descubre fallos de seguridad en la mayor obra de ingeniería del siglo XX

Primero fueron los retrasos. Luego, las goteras. Más tarde, algunos fallos técnicos que dejaron a los pasajeros en la cuneta, camino de París. La pasada semana, sin ir más lejos, un pequeño accidente en las lanzaderas Le Shuttle, que unen Folkestone con Calais a través del túnel bajo el canal de la Mancha, obligó a decenas de pasajeros a utilizar el viejo sistema de transbordadores para llegar a la costa de Normandía. Pero las desgracias que afronta el Eurotúnel, la mayor obra de ingeniería del siglo XX, no acaban ahí. Según un equipo de reporteros del dominical británico The Observer, los fallos de seguridad en las terminales de Waterloo, la Gare du Nord, Folkestone o Calais hacen de la famosa obra, inaugurada en mayo del año pasado por la reina de Inglaterra y el presidente François Mitterrand, un objetivo sencillo para los terroristas. Los pasajeros aprensivos que miraban con recelo un viaje que incluye 25 minutos a 40 metros de profundidad bajo el lecho marino del canal de la Mancha tienen nuevos motivos para declinar un viaje en Le Shuttle o el Eurostar. Pero, además, la historia, publicada ayer, provocó una inmediata reacción del Ministerio británico de Transportes, cuyo titular, Brian Mawhinney, ordenó una urgente investigación sobre el tema. Las compañías responsables del túnel han negado el contenido del informe.

Sin embargo, la tesis manejada por el periódico no se, aleja demasiado de lo comprobado por los periodistas destacados en Londres que se han aventurado a recorrer los 50 kilómetros de túnel a bordo de Le Shuttle o han probado fortuna en el moderno Eurostar.

Para empezar el moderno dispositivo de rayos X que debe controlar el equipaje de los víajeros no siempre funciona. En 10 viajes, los periodistas de The Observer comprobaron lo que una sola visita a París puede atribuir a una ocasión excepcional de descuido. En la Gare du Nord, y pese a la mayestática presencia de gendarmes con perro, los pasajeros abordaban sus compartimentos con maletas de anónimo contenido. En la de Waterloo, uno de los periodistas, disfrazado de inocuo turista, se aventuró a abandonar en el recinto de equipajes de uno de los trenes Eurostar una, gran bolsa antes de abandonarla estación, sin que ningún miembro del servicio de seguridad de la compañía le diera la, menor importancia. La maleta en cuestión llegó a París sin haber merecido la menor mirada de interés de los empleados de la compañía.

¿Casualidad? ¿Fallos de juventud del Eurostar? En todo caso, fallos de juventud de Le Shuttle también, porque, de acuerdo con el mismo reportaje, tampoco la seguridad en las lanzaderas permite viajar con tranquilidad. Con una vulgar llave es posible abrir compartimentos en los servicios del tren. Además, apenas dos camiones de cada 14 pasan el severo control de rayos X.

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