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Tribuna
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Garantías previas

A mediados de los setenta la sociedad española tenía que hacer frente a dos problemas estructurales y tenía que despejar dos incógnitas en el funcionamiento de su sistema Político.Los dos problemas estructurales eran. la definición constitucional de un Estado democrático y además políticamente descentralizado. Los primero se consiguió en 1978 y lo segundo en los primeros años de los ochenta a partir de las bases sentadas en la Constitución.- Aunque con dificultades y tensiones, para ambos problemas se han ido encontrando respuestas operativas.

Las dos incógnitas eran las siguientes: 1ª Que la izquierda podía dirigir el Estado sin que se produjera una quiebra en la convivencia entre los españoles. 2ª Que la derecha era capaz de dirigir democráticamente el Estado.

La primera de estas incógnitas se ha despejado a partir de 1982. Durante un período que ha doblado ya con creces la duración de la Segunda ] República, el PSOE ha dirigido al Estado sin trastornos en la convivencia ciudadana, con un ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas comparable al de les países más democráticos del mundo y con un funcionamiento de los mecanismos de le gitimación y de ejercicio de poder inequívocamente democráticos. La renovación a través - de elecciones generales, autonómicas y municipales de las instituciones de autodirección política de la sociedad se haproducido sin problemas dignos de mención.

Ahora bien, para ello el PSOE tuvo que dar garantías a la sociedad española antes de acceder al poder. Tuvo que correr el riesgo de ruptura en 1979 en la clarificación ideológica del partido: renuncia al marxismo. Y tuvo, en 1980, que demostrar que tenía un pro- grama y un candidato a Presidente del Gobierno dispuesto a defenderlo "bajo fue go real", esto es, en un debate parlamentario: moción de censura

La segunda de las incógnitas es la que queda por despejar. Dado el desgaste experimentado por el Gobierno socialista tras su prolongada ocupación del poder, parece que ha llegado el momento para ello.

Sin embargo, el PP se resiste a dar garantías previas a la sociedad española, o por lo menos, a darlas en los mismos términos en que lo hicieron los socialistas.

Es verdad que el PP ha dado garantías muy importantes, en especial en lo que la estructura del Estado se refiere. La renuncia a mantener la reforma de la Constitución abanderada por ÁP en Ia- primera mitad de los ochenta, y la firma de los pactos autonómicos de 1992 han supuesto una suerte de "paso del Rubícón" de la derecha española en tan importante asunto.

Pero el PP se resiste a enseñar su programa y 1 a que su candidato a Presidente de Gobierno lo defienda "bajo fuego real". Como recordó recientemente el señor Alvarez Cascos, es en el Parlamento y no en la televisión donde hay que dar explicaciones. Esa es la hora de la verdad para un programa y para un líder.

Lo que ocurre es que el señor Aznar parece querer la hora de la verdad para los demás, pero no para él` mismo.

De ahí su reiterada exigencia de que los nacionalistas den

explicaciones públicamente de su apoyo al Gobierno y su reiterada negativa a dar explicaciones de ningún tipo sobre su programa.

Así es muy difícil llegar a tener la confianza de la sociedad española. Si hay incertidumbre ahora mismo no es sólo por el bloqueo que se ha producido en la comunicación entre el Gobierno y la sociedad, sino también porque no se ha iniciado seriamente una comunicación entre el PP y la sociedad española, que, como es lógico, desconfía de quien procede de esta marera.

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