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EL'TÍO GILITO' CONFIESA

Arno Funke, un pintor de tableros y placas metálicas de 44 años, que durante dos años mantuvo en jaque a la policía alemana bajo el alias de Tío Gilito (en alemán, Dagobert), se confesó ante un tribunal de Berlín culpable de los chantajes y atentados incendiarios contra varias cadenas comerciales en varias ciudades de Alemania. Las hazañas de Funke desencadenaron en Alemania una auténtica dagomanía. Pegatinas y camisetas con la frase "Amo a Dagobert", película en la tele visión, una novela de un periodista berlinés, seriales en la prensa con la historia de este delincuente que se ganó las simpatías de una opinión pública por lo general partidaria de la ley, el orden y la mano dura con los criminales. Funke inició su carrera el 25 de mayo de 1988 con un explosivo en los famosos almacenes berlineses KaDeWe, que pagaron medio millón de marcos (43 millones de pesetas al cambio de hoy), para evitar nuevos atentados. Adoptó Funke el nombre del Tío Gilito, la figura de los tebeos del Pato Donald, porque sonaba, como él, con nadar un día en dinero, aunque fuese a base de extorsionar a las gran des cadenas comerciales. La audacia para engañar a la policía, a la que sumía una y otra vez en el ridículo, y el hecho de que robase a unos comercios que también se distinguen por esquilmar cuanto pueden a la clientela, convirtieron a Dagobert en figura popular. Cuenta la leyenda que su más implacable perseguidor, un policía berlinés, no lo pudo detener en una ocasión porque pisó la cagada de un perro y resbaló en el momento decisivo. Sus trucos mecánicos para recoger los botines iban desde una bolsa pegada con imanes a un tren rápido, hasta un carrito que circulaba a gran velocidad por los raíles del ferrocarril y se dirigía por radio con un mando a distancia. Funke cayó al fin en manos de la policía el pasado mes de abril en una cabina telefónica de Berlín y ahora comparece ante el juez acusado de chantaje, robo y atentado con explosivos. Le podrían caer hasta 15 años de condena, pero su abogado (el mismo que defendió al dirigente comunista de la República Democrática Alemana Erich Honecker) espera conmover al tribunal con el argumento del trastorno producido por los gases de la pintura con que trabajaba.-

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