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La crisis del bienestar

Manuel Rivas

Arsenio es ese tipo de persona que mantiene la vertical en un seísmo y la calma en un naufragio. En esas circunstancias, uno puede confiar en él con los ojos cerrados porque sabe que siempre tendrán preferencia mujeres y niños. Pero a esta gente honrada y valerosa puede llegar a resultarle insoportable la insania de una china en el zapato.Es difícil explicar lo que pasa en el Deportivo con claves objetivas. No hay hambre. No hay desgobierno. Uno de cada ocho ciudadanos es socio del club y hasta la lencería femenina es blanquiazul. Salvo para los que creen que esta competición es una liguilla en jauja, las cosas van bien. Muy bien. El estadio de Riazor es uno de los ejemplares reductos del welfare state y Coruña, al menos hasta la pasada semana, una de las pocas ciudades donde parecía llover al gusto de todos. ¿Qué pasa entonces? ¿Cómo explicar esta patología?

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Frente al Real Madrid, los cánticos de ánimo del público fueron mudando en murmullos de desaprobación. No se perdía, pero no se ganaba. Incluso General, esa curva mágica donde danzan inasequibles al desaliento las tribus juveniles, se contagió el sábado de la impaciencia golosa de los nuevos ricos. Se pedía la entrada de Claudio, el jugador que precisamente se había despachado en vísperas contra el entrenador por una supuesta marginación. Conociendo un poco al humanista Arsenio, aquel murmullo, aquel retintín colectivo, tuvo que llegarle al alma. Seguramente, prefería los disparos de antaño, en la época del hambre, Cuando algunos señoritos de tribuna le llamaban abiertamente "burro de Arteixo".

Al parecer, han sido las declaraciones de Fran y otros compañeros, criticando su estrategia conservadora, la china que ha afectado a su equilibrio emocional. Fran es para él O Neno, el buen chaval que a todo preparador le gustaría tener en el campo. Arsenio tuvo que sentirse como el rey Lear, cuando los hijos le dieron la espalda. La inactividad de José Ramón, el hermano de Fran, influye en el asunto, a la manera de esos pleitos domésticos y vanos que se enredan en las piernas como zarzas e impiden avanzar por un sendero.

Arsenio tuvo que administrar en tiempos la escasez. Hizo un cesto con pocos y dispares mimbres y consiguió llenarlo de pescado. Llevó al Deportivo a donde nunca antes. había llegado. Él sabe de dónde se viene. Otros lo han olvidado. El sábado, el ambiente final del estadio hacía recordar a la ópera Rigoletto: La Coruña è mobile, qual pluma al vento. Ahora Arsenio tiene que administrar la abundancia, soportar vanidades y combatir espejismos. La cuestión no es si Arsenio es conservador o no. La cuestión, como en todas partes, es si hace lo que debe hacer o no. Comprendo su desazón. Los pavos reales ladran como mastines. Sólo los petirrojos cantan cuando llega el invierno.

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